Chapó por Fuerteventura y sus políticos
Es preciso felicitar a nuestros vecinos majoreros que esta semana conseguían que el Gobierno de Canarias sacara a licitación la redacción del proyecto del primer tramo de unas obras valoradas en algo más de 150 millones de euros que tienen como objetivo seguir ampliando la autovía que conforma el Eje Norte-Sur de Fuerteventura. Y hay que felicitarles porque, no solo han superado las trabas medioambientales, que no son pocas, sino que todos sus políticos, la isla al completo, ha salido en defensa de la necesidad de reforzar el eje norte-sur de la isla.
No era fácil sacar adelante el proyecto, no sólo por los costes, sino por las trabas ambientales, casi insalvables, que tenía esa carretera al estar casi dos de los 18 kilómetros afectados por la presencia de la Hubara, un ave altamente protegida. Las autoridades majoreras no desistieron por ello de la idea y buscaron una solución: soterrar el tramo afectada por el hábitat de la Hubara de unos dos kilómetros. Un túnel que encarecerá la obra en unos 20 millones de euros.
Impresiona, y da algo de envidia, ver como Fuerteventura se mueve unida y apuesta por mejorar sus infraestructuras. Al contrario de lo que ocurre en Lanzarote, sus autoridades trabajan a la par para preparar una isla con mejores infraestructuras, para convertirla en un destino moderno, seguro y competitivo. Ahora mismo acometen la primera parte de otra obra de 105 millones de euros, otro tramo del eje norte-sur, Caldereta-Aeropuerto, de unos 13 kilómetros, que va a permitir ir desde la zona turística de Corralejo al Aeropuerto en unos 20 minutos cuando ahora se emplean 45. Y hacerlo de una manera cómoda y segura.
En Lanzarote todavía no ha salido a licitación la redacción del proyecto de la nueva vía que circunvalará la zona Playa Honda, que es la opción por la que ha optado el Gobierno de Canarias tras desechar el soterramiento por inviable o muy costoso.
Lo cierto es que, en Lanzarote, lo habitual, es que estemos unos cuatro o cinco años discutiendo entre nosotros si la obra es o no necesaria, si no sería mejor no hacerla, si va contra el desarrollo sostenible, si pasa un lagarto protegido por la zona o no. Una vez superado este paso, si es que se supera, tardamos otros dos o tres años en convencer al Gobierno de Canarias o al Estado de lo importante que es dicha obra para el desarrollo de la isla. Superado este segundo paso, tardamos otros dos o tres en redactar el proyecto y otro tanto, siempre sin prisas, en ejecutarlo. No pasa con todas las obras, es cierto, pero sí con todas las importantes: entre la idea y la finalización de esta, pasan 15 o 20 años. Lo mismo ocurre con los planeamientos territoriales. Y no estamos hablando de que esto ocurre con uno o con otro partido, en el caso de Lanzarote, ocurre siempre, gobierne quien gobierne. No hay más que mirar hacia atrás para ver que este déficit se viene arrastrando desde hace unos tres lustros, tiempo en que ha gobernado en Lanzarote y en Canarias, tanto CC como el PSOE, con intervalos en los que lo ha hecho el PP.
La pregunta que debemos hacernos, y que nos hemos hecho en muchas ocasiones desde este editorial, es cuánto tiempo más es necesario que pase para saber que ya ha pasado demasiado. Lo malo es que aquí nadie se pone colorado.