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“Los chistes son una forma de ficción y no deberían tener límites"

Guillermo Martínez -Vela, exdirector de El Jueves, considera que no son una injuria 

 

  • Noe Ramón
  • Cedida
  •  

    Guille Martínez-Vela es el padre de personajes que forman parte ya de los clásicos del cómic más irreverente y gamberro como Martínez El Facha o Makinavaja, aparecidos en la revista El Jueves, -conocida como la revista que sale los miércoles-, que dirigió durante casi siete años. Por lo tanto tendrá su parte de mérito en haber logrado que milagrosamente haya sobrevivido a la hecatombe general de estas publicaciones. Estuvo a punto de sentarse en el banquillo por una portada sobre el frustrado intento de independentismo de Cataluña del 1-O. Y también se enfrentó a agrias polémicas por otra sobre Urdangarín y la infanta Cristina, de la que precisamente fue su autor y que sirvió como una especie de revancha por la censura de una anterior de los actuales reyes. Todos ellos retratados en situaciones muy parecidas y comprometidas. Nadie mejor que él para explicar su trayectoria.

     

    -He dibujado desde siempre viñetas para mis amigos, cuando era adolescente, en un fanzine llamado Los Miserables que montamos con unos compañeros de clase en BUP y en la revista de mi universidad. Pero no me profesionalicé hasta que empecé a trabajar en El Jueves. Comencé de colaborador y en 2010 me contrataron para trabajar en redacción haciendo de bisagra entre el llamado Consejillo de Redacción, donde se toman las decisiones creativas sobre el contenido de la revista y los canales digitales, tales como la web y redes sociales. Paralelamente, continué dibujando páginas

     

    En 2016 la editorial me propuso dirigir la revista, cargo que desempeñé hasta 2023, cuando por decisión propia cambié de etapa para dedicarme a otros proyectos relacionados con el cómic. Ahora mismo estoy centrado en la autoedición de material que he ido dibujando durante estos años y que me parece bueno y perdurable, sobre todo mi serie Niña pija.

     

    -Podrías explicar la forma de trabajar de los dibujantes de El Jueves y cuál es el secreto de que haya tenido tanto éxito y sobre todo haber sobrevivido a la desaparición de gran parte de estas publicaciones.

     

    -El Jueves es una revista satírica centrada en la actualidad y el costumbrismo, que cuenta lo que sucede en un lenguaje cercano y con un humor crítico, combativo y divertido. La fórmula del éxito de El Jueves no es ningún secreto: mucho talento y mucho trabajo por parte de la plantilla de dibujantes, y mucha fidelidad por parte de un gran número de lectores. La conexión entre lectores y autores que se da en El Jueves es muy especial y muy sólida.

     

    -Pero por ejemplo, ¿cómo se escogen sus míticas portadas?

     

    -La portada, el elemento más llamativo y destacado de la revista, se piensa y se decide en grupo, en el llamado Consejillo de Redacción, formado por varios dibujantes que se reúnen y se pone a pensar ideas y chistes. Se hacen bocetos, se barajan titulares y cuando el resultado es convincente, se le pasa el boceto a algún dibujante para que realice el dibujo de portada definitivo.

     

    -¿Cómo recuerdas tu etapa de director desde 2016 hasta el pasado año, justo cuando la periodicidad de la publicación pasó de semanal a mensual? ¿Tuvo este cambio algo que ver con que dejaras el puesto?

     

    -La definiría como una mezcla de resistencia, trabajo y descubrimiento de nuevos autores. Resistencia porque desde hace décadas la situación del quiosco ha ido decayendo por múltiples factores, pero El Jueves ha resistido contra viento y marea. Trabajo porque el número de páginas semanales fue aumentando a lo largo de los años, y pudimos contar nuevos dibujantes jóvenes y consolidar talentos. Dejé el cargo porque llevaba ya casi 7 años, acusaba un cierto agotamiento, y me pareció que tras el cambio a mensual era buen momento para ser relevado. Igor, el nuevo director, es un autor buenísimo y lo está haciendo genial.

     

    -¿Cuáles serían las diferencias con la otra gran revista de Barcelona, El Víbora ya desaparecida?

     

    -El Jueves es una revista que parte de la tradición del humor de prensa político y de actualidad. El Víbora estaba más centrado en el cómic narrativo, aunque también hablaba de lo que pasaba en la calle. Quizá El Jueves sobrevive porque siempre se ha dirigido a un público más amplio, los referentes y los códigos que se manejan en la revista los puede entender casi todo el mundo, resultan más cercanos. Además, otro factor clave en la historia de El Jueves ha sido la renovación constante, sin prisa pero sin pausa. En cambio El Víbora, aunque llegó a ser muy popular para una generación, era más para entendidos. Sobre todo en los 90 cuando la mayoría de las páginas las firmaban autores internacionales.

     

    -Durante tu época como director tuviste que enfrentarte a algún que otro pleito judicial y la siempre presente controversia y polémica.

     

    -Venimos de una década convulsa. Tal vez por la irrupción de nuevos medios de comunicación, como las redes sociales y los movimientos de impugnación del sistema que han sido una característica de los últimos tiempos. El poder ha llevado muy mal que la gente se pueda expresar libremente en estos nuevos medios digitales y se ha perseguido judicialmente la expresión de opiniones disidentes. De ahí que se haya llevado a los tribunales a gente por hacer chistes, cosa que prácticamente no pasaba desde los años de la Transición.

     

    -¿Crees que se le pueden poner límites al humor?

     

    -Yo creo que los chistes son una forma de ficción y que la ficción no debería tener límites. Un chiste no es una injuria, no tiene tal poder ni intención. Tampoco es una calumnia, porque es ficción y todo el mundo así lo entiende.

     

    -¿Cuáles fueron los ejemplares más polémicos durante tu etapa como director?

     

    -Lo más polémico fue un chiste que se publicó en la revista y en la web sobre la actuación de la policía durante el 1-O en Cataluña. Era un titular inventado, obra de Joan Ferrús, subdirector de la revista: La constante presencia de antidisturbios acaba con las reservas de cocaína en Cataluña. Los sindicatos de policía nos llevaron a los tribunales y después de 18 meses imputados la denuncia se desestimó y, aunque una juez inició la instrucción, no llegamos a ir a juicio, propiamente dicho.

     

    También causaron mucho alboroto unas viñetas de miembros de Vox en plan La Pandilla Basura (La Pandilla Voxura), que publicaron en la revista y meses después en la web. Circularon mucho por redes y desde la cuenta de Twitter de Vox cargaron contra nosotros y llegaron a amenazar al presidente del grupo editorial del que forma parte El Jueves. Por suerte, en ambos casos la gente se puso de nuestra parte y casi que la revista salió reforzada en prestigio y ventas. Las viñetas de La Pandilla Voxura son obra de Salazar y Juanjo Cuerda, genios donde los haya.

     

    -También causó una gran polémica la portada en la que aparecía Urdangarín y la infanta Cristina durante un supuesto vis a vis en prisión.

     

    -Sí, la portada de Urdangarín y la infanta Cristina dio mucho que hablar, pero cayó en gracia prácticamente a todo el mundo. El chiste, con guión de Salazar y dibujado por un servidor, era un homenaje a la portada censurada por la fiscalía en 2007, con los entonces príncipes. No obstante, en este caso la justicia no actuó de ningún modo. La revista se vendió muy bien.

     

    -Pues felicidades por esa portada y por la venganza. Después de dejar El Jueves has iniciado un nuevo proyecto, ¿lo puedes explicar?

     

    -Durante casi ocho años estuve dibujando cada semana en El Jueves una serie de personajes ajenos a la actualidad, tipo Makinavaja, Martínez el facha o La Parejita. La serie de ahora se llama Niña pija, me parece que es de lo mejorcito que he hecho nunca, los chistes siguen siendo vigentes y leídas una detrás de otra, las páginas ganan. Revisando el material me pareció que Niña pija merecía un integral. Con mi experiencia en el mundo editorial, y por probar nuevas maneras de editar y comercializar un cómic, se me ocurrió autoeditármelo a mi manera: disponible en papel y en digital en una misma web gestionada por mí mismo. Para descargar el integral de Niña pija cada lector paga el precio que le parece justo. Y, por si fuera poco, también está disponible en catalán y en inglés. Actualmente, los ingresos por la edición digital en ese idioma están empezando a destacar y la serie ha tenido buena acogida en sitios de internet anglosajones como Reddit.

     

    -¿Hacia dónde crees que avanzan las publicaciones de humor, a la autoedición, descargas…?

     

    -La autoedición puede ser muy beneficiosa para el autor. Lo estoy comprobando. De momento no nado en la abundancia, pero no me puedo quejar, la acogida está siendo buena. Además, la edición tradicional está inmersa en unas inercias que van contra los intereses del autor. Es un sinsentido que las obras tengan una vida tan corta, es la pesadilla de cualquier dibujante. La autoedición y la comercialización online permiten que las obras tengan una vida más larga y puedan ser promocionadas a un ritmo más pausado pero constante y encuentren su público. Las plataformas de crowdfunding son también una forma interesante de autoedición. Acabo de completar una campaña de Verkami para autoeditar un recopilatorio de Bella Follamonstruos, una viñeta semanal que publiqué en El Jueves hace 13 años y el resultado ha sido muy satisfactorio.

     

    -Y luego está ahí despuntando la amenaza de la Inteligencia Artificial (IA).

     

    -En lo que respecta a la IA generativa capaz de hacer dibujos y viñetas, estoy en contra, sobre todo porque está basada en entrenar sistemas introduciéndole obras que tienen autor y derechos de propiedad intelectual. Ahora la gente simpatiza con estas herramientas de IA generativa de imágenes porque son gratis, pero es de esperar que pasen a ser de pago. Entonces quien no tenga talento para el dibujo pero sí dinero podrá utilizarla. Y quienes tengan talento para el dibujo difícilmente podrán conseguir dinero con su trabajo. Es una situación perversa.

     

     

     

     

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