Votar como en una película de Torrente
Mar Arias Couce
Que la corrupción es una mancha que ningún partido político quiere tener que lavar, es un hecho, aunque la mayor parte de ellos se hayan visto salpicados por sonados casos de corruptelas, antes o después. Aquello de que el poder genera la tentación, y, mucho poder, termina por corromper a los ‘mandamases’, es una evidencia y una auténtica plaga de la que no nos libramos en España. De hecho, hacemos auténtica exhibición de ella para vergüenza de todos.
Ahora, a un paso de las elecciones de mayo, asistimos a un nuevo fenómeno arrojadizo, el de “sí, vale, pero tú más”. Y es que, ante las críticas incansables de la oposición por el polémico y casposo 'Caso Mediador', el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha respondido haciendo alusión a las fotos de 1995 en las que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, aparecía en un barco con un contrabandista.
Drogas, fiestones, putas (en ocasiones incluso volquetes de ellas), bolsas de basura, ERES, Gürtels varias, mediadores y contrabandistas… una maravilla todo, un nivel político que ya lo quisieran para sí los más ilustres diputados de antaño, aquellos que consideraban el hecho de debatir un auténtico arte.
Ahora el Congreso y el Parlamento, las dos cámaras, se han convertido en un patio de recreo, en que las ofensas y los delitos se arrojan a la cara de los participantes. Se gritan, se chillan, se insultan… Eso sí, nadie rinde cuentas a la ciudadanía.
Parece que se olvidan de que somos nosotros los que el próximo mes de mayo iremos a las urnas a elegir representantes. Que nosotros somos los que tenemos la última palabra. De momento, lo recuerdan, pero en cuanto llegan al poder, la desmemoria se apodera de todos ellos durante un mínimo de tres años y medio… luego vuelve a tocar campaña y promesas a destajo hasta conseguir el único objetivo real: permanecer en lo alto.
Votar es nuestro privilegio y nuestra obligación moral, la de participar en el proceso democrático de nuestro país, pero cuando las opciones parecen salidas de una película de Torrente, se quitan las ganas.
Sería de agradecer que nuestros representantes demostraran un poco más de respeto por sí mismos y por todos nosotros. Que nos mintieran un poco menos y realmente se esforzaran por mejorar las cosas. Y, sobre todo, que nos ahorraran estos espectáculos denigrantes.
Los ‘Titos Berni’, los ‘Barcenas’ y compañía solo ensombrecen una democracia a la que hemos llegado tras cuarenta años de dictadura. Parece que a muchos se les olvida de donde venimos.
No sé qué hace falta para que los españoles nos tomemos más en serio a nosotros mismos y lo cierto es que, aunque iré a votar porque soy incapaz de no hacerlo, ahora mismo la cosa me está dando mucha pereza. Al menos en las películas de Torrente sabes que hay un final. Lo nuestro, no se acaba nunca.