PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Trampantojos con el Sahara detrás

Francisco Pomares

 

Defender la soberanía marroquí sobre el Sahara es tan legítimo como oponerse a ella. En política internacional, la realpolitik marca el desarrollo de los procesos y las apuestas. Después de casi medio siglo del desastre que supuso la retirada española de su antigua provincia, después de decenas de declaraciones de Naciones Unidas y sus organismos estableciendo la necesidad de desatascar la situación respetando el derecho de los saharauis a la autodeterminación, después –en fin- de negociaciones a cara de perro sobre el proceso de autodeterminación y la necesidad de llevar a cabo un referéndum en los territorios ocupados por Marruecos, un cambio de posición de Donald Trump y la administración estadounidense ha modificado plenamente el mapa de lo que es posible y viable en el Sahara. Desde entonces se ha producido un efecto dominó que ha hecho caer del lado de Rabat a una parte de las cancillerías occidentales. Quizá el cambio más llamativo haya sido el de España, la antigua potencia colonial, por el momento escogido y –sobre todo- por el procedimiento utilizado, una delicuescente carta del presidente Sánchez, pésimamente redactada en francés y demasiado explícita desde el punto de vista diplomático. Desde entonces, Moncloa ha cometido algunos errores, entre ellos la caótica explicación en el Congreso, que dejó al Gobierno sólo en un asunto de singular trascendencia, o la torpeza con la que se ha gestionado la crisis abierta con Argelia, dejando a España colgada de la brocha y lejos de la primera división del abastecimiento de gas argelino. Una sucesión de catastróficas desdichas.

 

Pero todos los errores del Gobierno no implican que la decisión de aceptar la propuesta marroquí de autonomía bajo soberanía sea ilegítima. Personalmente siempre he creído que es más viable que ese referéndum inconvocado y cada día de más difícil materialización. A pesar de la simpatía que despierta el pueblo saharaui, el Polisario no parece en condiciones de lograr imponerse. Probablemente la Historia camina en la dirección de una integración irreversible del Sahara Occidental en el reino alauita.

 

Admitir que eso pueda ocurrir no implica aceptar el espectáculo bochornoso de la plana mayor del PSOE participando en una operación propagandística de Rabat, esa ‘Conferencia Internacional por la Paz y la Seguridad del Sáhara Occidental’, que se inaugura hoy en la capital grancanaria, y a la que asisten un ex presidente del PSOE y dos ex ministros, en apoyo del Movimiento Saharauis por la Paz, que convoca un encuentro por la paz en el Sahara en el que no participa ningún representante del Polisario, ni ningún enviado de Naciones Unidas. La organización ha tenido la desfachatez de asegurar que sí habrá delegados de la ONU, como observadores y “de incógnito”. En realidad, el Movimiento Saharauis por la Paz es un club de exdirigentes del Polisario, captados en su día por Marruecos. La inteligencia militar española, en sus informes, considera a la organización convocante del encuentro como una entidad colaboradora de los servicios secretos marroquís, y a Hach Uld Ahmed, ex ministro de Cooperación de la RASD y ahora primer secretario del movimiento, como un hombre cercano al multimillonario Aziz Ajanuch, jefe del Gobierno marroquí desde 2021.

 

El asunto es serio, y produce grima: lo que comienza hoy es un mero acto de propaganda a favor de las tesis marroquís. No es aceptable que la asociación que lo promueve se presente como una entidad independiente -no lo es- y que los ponentes que participan lo hagan amparándose en esa supuesta independencia. Sabemos que el expresidente Zapatero representa desde hace años los intereses de Marruecos en España. Sorprende que lo haga al mismo tiempo que defiende internacionalmente la dictadura de Maduro. Zapatero se ha convertido en lobbista de gobiernos foráneos en España. Está claro que no elige para quien trabajar, lo hace con quien puede. Si viviera en Alemania podría trabajar en el bufete de Gerhard Schröder.

Comentarios (0)