Récord de cifras, fiasco en gestión
Francisco Pomares
Román Rodríguez anunció ayer que el Presupuesto de Canarias crecerá en 2023 casi un once por ciento en relación al de 2022. En realidad, no se trata de una gran novedad, la cosa ya apuntaba en las previsiones contenidas en el plan presupuestario 2023-2025, aprobadas por el Gobierno de Canarias en su Consejo de 28 de abril y publicadas un mes después en el BOC. En base a esas previsiones, el Gobierno aprobó antes de irse de vacaciones, el pasado 3 de agosto, el preceptivo límite de gasto no financiero para 2023, publicado desde su aprobación en la web del Gobierno. Pero lo interesante no es si se trata de novedades o no lo son tanto, sino del hecho de que lo que a Rodríguez le pareció más interesante destacar en el comunicado con la buena noticia enviado a los medios, es que esos mil millones de euros más que en el ejercicio pasado, superan por primera vez el límite de los diez mil millones de euros en gasto no financiero. Albricias, que alegría más grande que Román pueda gastarse mil kilos más.
No sé de dónde saca el señor Rodríguez la peregrina idea de que gastar más en tiempos de crisis económica es necesariamente algo por lo que felicitarse, pero él está convencido y lo dice: opina el vicetodo que en un tiempo de incertidumbres, dificultades e inseguridades consecuencia de la situación económica y política en todo el planeta, que el Gobierno regional sea capaz de gastar más es una muy estupenda noticia. Hombre, lo sería si los presupuestos se nutrieran fundamentalmente de ingresos procedentes de la bonoloto, y nos hubiera tocado una morterada de mil kilos. Pero el dinero de los presupuestos sale principalmente de los impuestos que pagan los ciudadanos. Primero los de aquí, luego los de toda España (incluidos los de aquí) y luego los de Europa (incluidos también los de aquí). Prácticamente hasta el último céntimo de euro de los presupuestos sale del esfuerzo fiscal que realizan los ciudadanos, vía impuestos directos, indirectos y tasas a distintos niveles. A veces se nos vende la idea de que los gobiernos manejan la pasta que manejan porque le llega el dinero en fajos desde el espacio sideral. Y no es cierto.
Tampoco lo es eso que nos dice Rodríguez en su jovial comunicado, asegurando que no aumentará la presión fiscal, porque los ingresos llegan principalmente de la financiación autonómica –recursos del Estado- y de recursos ordinarios y extraordinarios de la UE. Todos eso es fiscalidad: que nos saque la manteca el Gobierno Sánchez para dárselo luego a Román Rodríguez, o a la Unión Europea para que nos devuelva después una parte, no significa que ese dinero nos salga gratis: por supuesto que lo acabamos pagando. Y eso de que no aumenta la presión fiscal en Canarias, ejem, ejem: en IGIC, pasamos de recaudar en 2022 639 millones a 684 y medio en 2023, 45 y medio más. En el impuesto de combustibles –lo que se quedan aquí cada vez que llenamos el depósito- 20 millones más que en 2022, 10 millones en el impuesto al tabaco, 13 en el de sucesiones, 33 en el de transmisiones patrimoniales, uno en el de actos jurídicos documentados… Como ven, eso de que la presión fiscal no aumenta no es exactamente como dice el señor Rodríguez.
Pero lo más cabreante del comunicado propagandístico de Hacienda es que en él se explica que gracias a este aumento de casi el once por ciento en lo que podremos gastar, se intervendrá en las situaciones creadas por los incendios forestales, el Covid 19, el volcán de La Palma, la crisis por la elevada inflación y las consecuencias de la guerra en Ucrania. Y eso permitirá que las islas saldrán fortalecidas de la etapa actual.
¿Fortalecidas? Rodríguez debería darse un salto por Tejeda y preguntar a los afectados por el incendio, o por La Palma, y entrevistarse con los desalojados que aún viven en hoteles, o explicar a los empleados públicos cuanto van a subir sus salarios en 2023 si el límite de gasto aumenta casi un once por ciento. Eso ayudará a hacerse una idea de cómo las islas salen fortalecidas de esta etapa actual de desgracias e inflación. Pero la clave es otra: 2023 es año electoral. Hay que atender a la clientela. Y hacerlo como si no hubiera un mañana. Pasado mañana, al que le toque gobernar que pague. Con más impuestos, claro.