¡Qué viva la Virgen del Carmen!
Andrés Martinón
Suelo ir a caminar a diario. Me sirve para hacer algo de ejercicio y, muchas veces, para pensar qué escribir en la columna mensual del periódico Lancelot. Cuento esto porque surgió de uno de estos paseos la temática que hoy abordaremos. Y es que andaba por la zona de Puerto Naos y Marina Lanzarote y pensaba lo estético que es el mar, los barcos y el entorno náutico.
No sé por qué pero mi mente recordó la procesión marítima de la festividad del Carmen. No en vano, una de las más famosas arranca desde la iglesia de Valterra y sale al mar por Puerto Naos. Y ahí fue cuando empecé a pensar por qué en Lanzarote se hacen tantas procesiones del Carmen en fechas y con puntos de salida y llegada distintas.
Si no me falla la memoria, la Virgen es venerada y 'sacada a pasear' desde puertos tan distintos como Playa Blanca, La Santa, Arrecife, La Graciosa, Puerto del Carmen y alguna otra más que no me acuerdo. Todas muestran una estampa preciosa pero este año me ha parecido apreciar pocas embarcaciones entre tanta procesión.
Lo que propongo hoy es algo fácilmente realizable: que se pongan de acuerdo la totalidad de localidades que celebran esta procesión y que se lleve a cabo un solo desfile. Se imaginan la estampa de todos los barcos de la isla surcando el mar tras la conocida como Virgen de los Marineros. Es que lo estoy viendo. El azul del Atlántico y una amalgama de embarcaciones de todo tamaño y característica. ¿Cuánto valdría esa imagen publicitaria?
Voy más allá. Me contaban este verano que la Regata de San Ginés y la César Manrique estaban agonizando en las últimas ediciones pero que se ha vuelto a recuperar el esplendor de años atrás con una fórmula bastante lógica: 'poniendo pasta'. Es decir, se ha ayudado económicamente a las embarcaciones para que puedan afrontar los costes de una regata a vela que tiene gastos para los armadores y propietarios de los barcos.
Pues con lo de la procesión, igual. Es decir, a los barcos que participen habría que ayudarlos con los costes de esa jornada. Ya sea combustible, en metálico... No sé, lo que resulte atractivo para que participe la mayor cantidad de barcos y embarcaciones posibles. Además, al final de la jornada una buena fiesta marinera para los presentes. Algo en lo que la gente se lo pase bien en un entorno completamente marino.
Y además, yo ahí metería a todo el mundo. A los que tienen veleros, motoras, barcos pesqueros profesionales y de recreo. Metería a las escuelas de vela ligera y a los barquillos de vela latina. Que el mundo entero viera lo que ha sido una isla que vivió casi exclusivamente del mar y de la enorme cultura y atractivo que representa nuestro pasado.
Pero, saben. Lo peor es que sé que esto no va a suceder. Y no va a pasar por falta de dinero o de fiesta o de apoyo logístico. No va a pasar porque los políticos o dirigentes locales no se pondrían de acuerdo a la hora de poner una fecha en común; un lugar de salida que no sea el suyo o el tramo de costa por dónde podría discurrir la comitiva marina.
Y esta falta de unidad es la que en muchas ocasiones ha provocado que en Lanzarote no se progrese al mismo ritmo que otras islas. No hay que ser un sabio para ver que Gran Canaria y Tenerife van a otra velocidad pero es que Fuerteventura, va como un cohete al lado nuestro. En la isla hermana, me da la impresión de que en las cosas verdaderamente importantes se ponen de acuerdo y, aquí, nosotros nos declaramos la guerra a la primera de cambio.
Quizás la celebración de una procesión marítima única y poderosa sea el inicio de un cambio. Y quede claro: ¡Qué viva la Virgen del Carmen!