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Pronombres posesivos

Por Alex Solar


                                 

En estos días de investidura fallida he escuchado en boca de los honorables patricios que han ocupado la tribuna de las Cortes el reiterado empleo de pronombres personales y posesivos, de manera desmesurada y abusiva, como también señalaba Alex Grijelmo. Para los soberanistas, ese “nosotros” al referirse a la entera “nación catalana”, tiene un significado exclusivo y abarca también a los que no están en esa opción. Para el líder del PSOE Pedro Sánchez ese pronombre se aplica, me figuro, a los que están dentro de su partido en la posición negativa, no a los barones dubitativos ni a FG.

 

Yo no soy de los que aplican el posesivo cuando hablan de “su” médico ni de “su peluquero” etc, Entre otras cosas, porque el galeno es de la pública o la privada, en todo caso y el estilista es con toda seguridad un autónomo o un asalariado de una cadena.

 

Pero en este país todo sea con tal de apoderarse de lo ajeno. De sus voluntades, de sus haciendas, de sus conciencias. Esa es, según parece, la labor del político, con la complicidad de la prensa (sí, la prensa) y sus amigos en la sombra. Y ciertamente, aquí no pasa nada. Es como en el anuncio de los jamones, el de bellota “puede” con su aroma porcino y en un anuncio de cárnicos lo vemos muy bien ejemplificado. Con una risueña musiquilla de fondo una señora ama de casa regaña a su familia porque el fuet se ha acabado con rapidez vertiginosa. La nueva ración que trae va disminuyendo gracias al pillaje y la complicidad del abuelo, el marido y los niños.

 

Finalmente, la ama de casa fiscalizadora resulta ser la más corrupta: almacena en sitio oculto un alijo de fuet (catalán) extra para su exclusivo uso y disfrute.
Así andamos y algunos tenemos la ilusión de que este estado de cosas acabe algún día. Pero la realidad es porfiada y por mucho que nos empeñemos y hagamos peticiones al santo patrón en nuestra romería a las urnas, el choriceo sigue y sigue.

 

Nos amenazan o anuncian una serie de juicios de traca en lo que va de aquí a fin de año. Mucho me temo que sus resultados no van a cambiar mucho el panorama electoral, pues votaremos una y otra vez con la misma inercia.

 

Y cuando llegue la Navidad, si nadie lo remedia, despertaremos con la sensación de que Santa Claus demuestra de nuevo su existencia, el sol vuelve a salir y los niños jugarán contentos. Pero en realidad, una vez más nos habrán robado los zapatos los señores del pronombre posesivo.

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