Por qué
Francisco Pomares
Cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas en remojo. Lo de Andalucía tiene a la izquierda patria de los nervios, y más aún a los chicos y chicas y chiques de la izquierda a la izquierda del PSOE, que han visto su representación fraccionada y reducida a menos de la mitad si se mete Teresa Rodríguez en el saco roto del podemismo, y a la tercera parte si se analiza sólo el voto de Por Andalucía.
Ante la debacle, las reacciones en provincias no se han hecho esperar: la dirigente Laura Fuentes, coordinadora general del partido antes circunloquiamente circular, ha dicho que lo que ha pasado es resultado de la división de la izquierda andalusí en dos marcas electorales. Sin duda, la división propicia desencanto en los votantes, pero la presentación de dos candidaturas no puede ser la causa de la hecatombe podemita. Lo sabe hasta la propia Fuentes, que explica que también tiene que ver con el inicio de un “ciclo conservador en toda Europa, que va más allá de la gestión”.
No entiendo muy bien a qué se refiere doña Laura con eso del ‘ciclo conservador’, precisamente cuando el radical Jean-Luc Melenchón y su alianza izquierdista Nupes le arrebatan la mayoría absoluta a Macrón. Y es que hay explicaciones que resultan más confusas que no decir nada, como ha hecho -por ejemplo- el PSOE de Torres, que despachó el análisis del destrozo con unas elegantes oraciones por los difuntos de doña Nira Fierro.
La coordinadora general de Podemos en Canarias fue torpe. Le traicionan las palabras: hablar de gestión en referencia a Podemos es casi un oxímoron. Lo que ocurrió hace tres días en Andalucía, desde hace dos años en todas las elecciones que se producen en el país, y dentro de menos de un año se verá replicado en el resto del país, es que la gente se ha cansado de ver al Gobierno –y a Podemos y el PSOE en el Gobierno- aplicar y defender políticas erróneas y con frecuencia sectarias. No se trata de un hecho en concreto, no se niega el deseo de no dejar a nadie atrás, no se puede descalificar ‘ad hominem’ a ministras, ministros y ministres, a secretarios de Estado, directores generales y miembros de los gobiernos regionales. No es eso, pero de eso también hay: ministros botarates que dedican su tiempo a denunciar el turismo o la industria española fuera de nuestro país, ministras fantasiosas pendientes de imponer por decreto las ideas de la tercera ola feminista, cuando aún no se cumplen los objetivos de igualdad de la primera y segunda, muchos aún sin implantarse siquiera legalmente en nuestro país. Y hay otras ministras que recorren España en coche oficial para poder escuchar lo que dice, pero a la hora de la verdad sólo son capaces de proponer cheques que son tiritas en la sangrante herida del desempleo y la pobreza. Y hay secretarios de Estado que acusan a Canarias de insolidaria porque rechaza hacerse cargo de todos los menores emigrantes que llegan a nuestras costas. Y consejeras que se equivocan al afrontar la dependencia, pendientes de presentar números y no de resolver problemas, o se indignan cuando el Diputado del Común cuenta las miles de personas en el limbo de la desatención, o denuncia la desidia con que se trata a nuestros viejos en algunas residencias de mayores.
Y tampoco es sólo por eso: ¡Es por la economía, estúpido! Y es también por los niños que pasan curso sin aprobar, o se ven forzados a estudiar temarios tendenciosos en los que se elimina la historia, se la revisa o se miente. Es por los miles de jubilados engañados a los que no se va a actualizar la inflación y se les dice lo contrario, por la gente empobrecida que espera cobrar alguna de las mil ayudas prometidas. Por los errores y negocietes y trapacerías de la pandemia, por el apaño Plus Ultra y por la vergüenza del non plus Oltra, por convertir a Otegi en hombre de paz, indultar a quienes se prometió no indultar, gobernar con quien se juró que nunca, llamar piolines a los maderos que se la jugaron en Cataluña para evitar que todo un Gobierno se pasara la Constitución por el refajo, y por permitir a Esquerra que lo haga en los colegios. Es por no explicar el cambio con Marruecos, y si tiene algo que ver con lo que se grabó del teléfono de Sánchez, y por cesar a la directora del CNI. Por mandar a Cataluña el dinero de las carreteras canarias, por pasarse el REF por el refajo. Porque los que tienen una vivienda ocupada no saben cómo desalojarla, y porque cuando repartieron a las empresas el dinero de Europa para salvar los puestos de trabajo, le dieron con infinito descaro el 80 por ciento al 20 por ciento de las más grandes, y el 20 por ciento restante al ochenta por ciento de las más pequeñas. Es porque la gente sabe que no han jugado limpio en esta crisis.