¿Pero de qué hablan?
Francisco Pomares
El asunto de las aguas (metafóricamente) del archipiélago, se está convirtiendo en una asombrosa ceremonia de confusión. Ángel Víctor Torres se descolgó ayer en la Ser, negando la obviedad de que su posición actual en relación con todo lo que tenga que ver con nuestro vecino Marruecos no es –no puede ser- la misma que era hace años. Y no puede serlo porque hace dos años, el PSOE no había reconocido lo que hoy reconoce: que la posición más seria y realista para resolver el contencioso del Sahara es la autonomía que defiende Marruecos. Y eso implica ‘de facto’ el reconocimiento de que la soberanía sobre el antiguo Sahara Español, sobre su territorio y sus aguas territoriales, es de Marruecos. Si Marruecos no acaba siendo soberano en el Sahara… ¿cómo podría ser más seria y realista una posición adoptada sobre un territorio que no es suyo?
Desde que Sánchez sorprendió a todos (menos a sus nuevos colegas franceses y alemanes) asumiendo como propia la propuesta de Donald Trump, la posición el PSOE tiende a tener consistencia ectoplasmática. Porque no se puede estar en la legalidad y fuera de ella al mismo tiempo. Si Marruecos es soberano sobre el territorio, también lo es sobre las aguas, punto pelota. Será entonces, no ahora, cuando la mediana marroquí tenga que negociarse con España. Es chocante que nuestros sabios próceres se tiren de los pelos porque Marruecos reivindica la expansión de sus aguas en la Zona Económica Especial y la plataforma continental. Nadie recuerda que España hizo lo mismo seis años antes que Marruecos. La diferencia es que España siguió el trámite, que es solicitar esa expansión a Naciones Unidas. Marruecos optó por aprobarla en su Parlamento y Senado, algo que no tiene valor legal alguno, apenas simbólico. Al Majzén le gustan los gestos de autoridad, los hechos consumados y las cenas copiosas: Torres nos recuerda que hace dos años, tras la visita de la ministra González Laya a Rabat, cuando Marruecos abrió el melón de sus aguas por unánime votación parlamentaria, él advirtió que Marruecos no tocaría ni un milímetro de aguas canarias. Es un lindo recurso literario, pero una memez: la extensión de las aguas canarias hasta los 200 millas (350 en la plataforma) no están definidas, ni aceptadas por la legalidad internacional, como tampoco lo están las de Marruecos. No ya las que aún pertenecen legalmente al Sahara ocupado, ni siquiera las que sí son marroquís. Cuando lo estén, si eso llega a ocurrir antes de que Putin haga que todo nos importe un huevo achicharrado y radiactivo, las aguas entrarán en conflicto y habrá que repartirlas entre España y Marruecos, estableciendo la mediana. Y eso no va a pasar en los próximos meses (ni años), por muchas comisiones que se reúnan para hablar del asunto.
Torres no se lleva la palma ni siquiera en esto: el diputado canarista progresista (y ozú) Pedro Quevedo, pidió ayer a Sánchez el inmediato comienzo de negociaciones con Rabat para delimitar las aguas canarias y alauitas, con la participación del Gobierno de Canarias. Es asombroso que se pretenda negociar sobre una situación que no existe, cuya existencia no depende de los negociadores, y que además incluye aspectos de nula legalidad, mientras la Haya no claudique también. ¿De verdad quiere Pedro Quevedo ponerse a discutir con Marruecos sobre las aguas saharauis? ¿Es que los canaristas progresistas (y ozú) están en las tesis de Sánchez?
Entre el que dice que no nos han quitado ni un ‘milímetro’ de agua (Torres es de letras) y el que cree que todo el monte es orégano y todo el mar chardonnay, uno se pregunta tímidamente por la vaciedad de las protestas de ambos –presidente y canarista progre– ante el hecho que Marruecos está haciendo –legítimamente, en sus propias aguas frente a Tarfaya, donde naufragan nuestros ferrys- lo que aquí, al lado nuestro, hizo Repsol, en medio de la mayor escandalera de nuestra historia patria. ¿Creen ustedes que Marruecos va a dejar de prospectar porque nos quejemos o se movilicen las masas? Pues no. Cuando Paulino se nos volvió ecologista, algunos dijimos que lo que no hiciera Repsol lo haría al otro lado alguna otra petrolera, y con otros controles ecológicos. Y así será. A Torres no le van a quitar ni un milímetro de agua, pero acabaran por pringarle de petróleo unos cuantos millones de litros. Al tiempo.