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Otro verano inútil

Francisco Pomares

 

 

Hay gente que hace propósitos de año nuevo, se comprometen con cambiar sus vidas o sus objetivos profesiones o comer mejor y bajar peso. Pero los mortales que tienen la suerte de vivir en países desarrollados y cuentan con un trabajo por cuenta ajena, suelen hacer propósito de mejora al regreso al trabajo después de pasar un tiempo tostándose al sol o descansando. Los propósitos de nuevo curso se agendan en la docencia, en la política y en la vida social, porque los años nacen y mueren cuando les toca, el 31 de diciembre, pero las cosas no empiezan de nuevo entonces. Lo hacen después del verano, cuanto toca volver a trabajar. El Gobierno de España se despidió del curso sin comprometerse a resolver el problema de la emigración. La ley de Extranjería no fue aprobada porque el Gobierno no logró convencer ni a los partidos en los que se apoya, ni a los partidos de la oposición. Fueron durísimos con la oposición por oponerse a una reforma que ni siquiera les fue consultada, pero no dijeron ni pío sobre la deslealtad de sus escarmentados socios.

 

Y es que el Gobierno de la España asimétrica trata a sus socios y aliados de una forma muy diferente a como trata a la oposición. A esta altura de la legislatura, si se descuenta la investidura de Sánchez -resuelta en su momento con promesas de amnistía que el Gobierno no podía cumplir-, el Gobierno no ha contado con el apoyo de Junts desde entonces, y ha perdido o se ha visto obligado a renunciado a presentar sus propuestas, para ser votadas en el Congreso. La última ocasión en que resulto patente la debilidad del Gobierno fue con la retirada de la votación de la propuesta sobre el techo de gasto, porque –tras perder una primera votación- sabían que no podían ganar la segunda. Ahora están discutiendo cuánto le sueltan a Cataluña para que Junts vote el techo de gasto. Es un suma y sigue singular, en el que ya no hay mucho que poner en almoneda para contentar a Puigdemont, pero tampoco eso es para preocuparse demasiado, porque Sánchez no suele cumplir con lo que les promete. Con lo que promete a nadie, diría yo.

 

Por ejemplo, antes de irse de vacaciones, el Gobierno dio por hecho que a partir del verano trabajaría en un acuerdo para resolver el conflicto creado con las regiones a cuenta de la negativa a financiar el coste que produce la emigración. Ha pasado ya casi un mes desde que el verano acabó, y el ministro Torres sigue insistido en que se está a la espera de poder cuadrar agendas, que debe ser más difícil cuadrar una cita con las ministras responsables del asunto, que hacerlo con Angelina Jolie. Durante los dos meses que han pasado desde que Torres anunció su intención de acelerar una solución –incluso reuniéndose secretamente con el PP, mire usted, como si reunirse con el PP fuera como antes reunirse con un grupo terrorista-, en Canarias han seguido ocurriendo desgracias. Y algunas muy fuertes, como la de este sábado.  De madrugada se produjo la que podría ser la mayor tragedia ocurrida en la ruta canaria en los últimos 30 años, desde que el fenómeno de la llegada de pateras y cayucos comenzó a generalizase y convertirse en un asunto ‘normal’. Todavía sigue la búsqueda de los desaparecidos tras el naufragio de un cayuco a solo cuatro millas de El Hierro, en el que se supone que han fallecido casi medio centenar de personas. Los equipos de salvamento han podido rescatar 27 supervivientes y los cuerpos de 9 personas ahogadas, y no se espera se pueda ya rescatar más personas con vida, ni recuperar más cadáveres, esto último al menos hasta el martes.

 

La embarcación volcó, precisamente cuando se intentaba proceder a su rescate, después de que sus propios ocupantes alertaran al 112 de estar cerca de la isla y dónde se encontraban. Por eso pudo sacarse del agua a 27 personas. El cayuco en el que se presume perdieron la vida medio centenar de personas no es el único que llegó este fin de semana a la isla de El Hierro. La noche del sábado llegaron hasta tres embarcaciones a la isla:  una primera embarcación que llegó poco después de pasadas las doce de la noche con 131 personas a bordo, nueve menores; el que volcó, y -ya de amanecida-, otra pequeña embarcación con 20 personas a bordo, una de ellas menor. Se busca también una cuarta embarcación que no ha podido ser aún localizada. La situación en el El Hierro se ha desbordado de tal manera que la Guardia Civil decidió ayer instalar una carpa refrigerada en La Restinga, una morge para mantener los cuerpos de los emigrantes muertos, hasta que se proceda a su entierro o su traslado a otras islas.

 

En el Hierro residen algo menos de 12.000 personas, pero la isla recibió en los últimos ocho meses del pasado año casi 15.000 emigrantes llegados en cayucos, entre ellos cerca de 3.700 menores.  En lo que va de este año, esa cifra ya ha sido superada.

 

El verano ha pasado. Y todo sigue exactamente igual, a la espera de que alguien tome decisiones. Es terrible.

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