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No una sola duda, señor Torres: dos

Francisco Pomares

 

El presidente Torres aseguró ayer en el pleno extraordinario del Parlamento para debatir sobre el caso Mediador –una representación con guión trazado milimétricamente y algunas interpretaciones lastimosas- que no permitirá “ni una sola duda” sobre la posibilidad de que el Gobierno regional conociera la trama cuando se procedió a cesar a Taishet Fuentes.

 

Con todo el respeto debido, no creo que el presidente pueda mandar sobre las dudas de nadie, y desde luego en las mías no manda. De hecho, yo no es que tenga una. Es que tengo dos.

 

La primera: tres meses antes de cesar Torres a Taishet Fuentes por pérdida grave de confianza, el presidente había aplaudido su gestión como director general de Ganadería. No fue en un comentario de pasillo, o en una respuesta a una pregunta parlamentaria. Para aplaudir la gestión de Taishet, Torres eligió nada menos que su discurso en el debate del estado de la nacionalidad canaria de 2022. Torres dijo que durante su mandato se habían legalizado más granjas que en los últimos diez años, y consideró eso como un hito. Tres meses más tarde, sin explicación alguna de los motivos, alegando pérdida grave de confianza, el presidente cesó al sobrino del diputado Fuentes Curbelo.   

 

Torres ha insistido en que no tenía ninguna información sobre los oscuros movimientos y maniobras de Taishet, pero su afirmación resulta cada vez menos creíble: su director general gastaba a manos llenas en dietas y viajes, más del doble que el propio Presidente, y cuando fue cesado hacía ya más de un año que el caso Mediador estaba siendo investigado por la Policía judicial, asuntos internos de la Guardia Civil, la Policía de Fronteras… cuerpos de seguridad todos ellos fuertemente jerarquizados, en los que -sin necesidad de una filtración de los juzgados- es fácil suponer que alguien con ambición de prosperar en un ambiente cada día más politizado, pudo informar al Ministerio del procediendo abierto contra Navarro Tacoronte y sus compinches de farra y extorsión.

 

Es probable que más tarde o más temprano, según avance la causa judicial y se vayan conociendo más cosas del sumario, y no la tinta de calamar que a Tacoronte le conviene propagar, sea más fácil determinar si la información sobre Taishet llegó o no al presidente y provocó su cese. El presidente dice que no, y yo creo que sí. No aseguro tener razón, pero si afirmo tener derecho y razones para dudar. Un periodista, hoy muy próximo a Tacoronte, ha contado a la mitad de los políticos de Canarias y a varios colegas, que él personalmente facilitó a Blas Acosta parte de las grabaciones con Taishet en bata, empolvándose la nariz en uno de los saraos nocturnos del clan Mediador. Y que lo hizo antes del cese.

 

Acabará por saberse si eso es cierto o es otra mentira de Tacoronte. Pero sea lo que sea, resulta absurdo creer en un cese providencial, un cortafuegos oportuno, pero casual, que aisló al Gobierno de Torres de la trama, sin que Torres supiera previamente lo que ocurría. Las casualidades existen, pero en política hay que explicarlas. Porque en política, los ceses siempre responden a algo, y si ese algo no se explica, suele ser porque conviene ocultarlo.

 

Y otra duda: menos de un mes después de que Taishet fuera cesado por sorpresa y sin explicar los motivos, lo mismo –que fue cesado sin explicación alguna- le ocurrió a otro político canario, esta vez del ámbito nacional, un sanchista declarado, con una meteórica carrera a sus espaldas, sin que ni entonces ni hasta ahora se ofreciera ninguna explicación de aquél cese. Este segundo cesado, del que nadie habla, es Héctor Gómez, ex portavoz socialista en el Congreso de los Diputados, sustituido en el cargo por Patxi López, por decisión personal de Sánchez. Si repasamos la prensa nacional (y local) en los días posteriores al óbito político del portavoz Gómez, los medios hablaron de un cese que no fue una sorpresa, porque se rumoreaba en los pasillos del Congreso desde un par de semanas antes de producirse. También hay en este caso algunos misterios sin aclarar: por ejemplo, el amago de renunciar a su escaño de Gómez, anunciado en televisión, y corregido poco después compensándole con la presidencia de una discreta comisión parlamentaria. Pero sobre el cese ni una sola explicación pública, aunque sí hubo comentarios de muchos de sus colegas sobre supuestos errores cometidos por el portavoz en su vida privada. Nadie prestó entonces demasiada atención a esos comentarios. No vivíamos el ambiente de pánico inquisitorial que hoy se ha instalado en las filas socialistas.

 

Hace dos días, un medio de ultraderecha publicó una nueva revelación del sumario, en la que Tacoronte explicaba que su jefe, el que le ordenaba cómo actuar, era en realidad un importante político del Gobierno, vinculado al Ministerio de Turismo, Comercio e Industria. Cuando lo dijo, hace ya algunos años, Héctor Gómez era director del Instituto Español de Turismo. Probablemente sea otra baladronada de Navarro Tacoronte. Pero esto es como lo de Taishet: las casualidades hay que explicarlas. Si no se explican, provocan dudas.

 

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