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Mis encontronazos con dos nobeles

Por Álex Solar

 

He tenido el dudoso privilegio de encontrarme con dos nobeles. El primero fue Camilo José Cela, en Menorca, donde yo colaboraba con un periódico balear. Mis entrevistas eran a pie de avión, para enviar los textos a Mallorca. Aquel día Cela pisó la losa de Mahón con varias horas de retraso por “causas técnicas”. No era santo de mi devoción, su pasado de censor y delator franquista, su mal talante siempre dispuesto al exabrupto no auguraban nada bueno. Cuando finalmente apareció, rodeado de un largo séquito, entré en pánico al ver aquel hombre de una estatura y corpulencia descomunal avanzar con el aspecto de un rinoceronte cabreado. Al pasar por mi lado, le disparé: “Sr. Cela: Ud. afirma que no ha viajado en globo ni ha gozado del amor de los efebos (*). ¿Habrá sido por falta de ocasión?” Cela me miró furioso, enarcando sus cejas de ogro, y siguió su marcha, ante lo cual insistí. Acto seguido, vino un manotazo de ese enorme corpachón experto en artes marciales, que no dio en el blanco porque alguien lo sujetó. Cela, un erudito del tema, en su Enciclopedia del Erotismo, se extiende sobre la práctica de la pedicación o pedicatio (**). Pero, al parecer, de esto solo tenía conocimientos teóricos, al contrario de Flaubert, Verlaine, Kavafis y el Nobel Thomas Mann, entre tantos otros, que siguiendo la tradición helénica, tenían a los jovenzuelos como objeto de su deseo (***).

 

A García Márquez, que visitaba de incógnito la isla para evitar a la prensa, lo esperé en el hall del hotel con un libro. Con profunda desconfianza en sus ojos de brujo, me espetó: “Tú no eres un fan, eres un aprovechado”. Me preguntó dónde comprar una guayabera, me firmó y me reveló parte del secreto de su éxito: “contar la historia de todos”. El ejemplar de Crónica de una muerte anunciada tenía línea de puntos en la dedicatoria, para mí y mi pareja de entonces. “Por si se separan”, dijo. Así fue, como vaticinó el muy agorero, pero ella se llevó el libro.

 

(*) “Del griego ephebos.1.Academia: mancebo, adolescente//2.Por extensión, muchacho homosexual, puto joven”. Enciclopedia del Erotismo, Camilo José Cela.

 

(**) “Del latín pedicatio. Acción de pedicar, coito anal.Es tan viejo como el hombre mismo y, dada la extrema riqueza nerviosa del ano-y por ende su exquisita sensibilidad-proporciona gran placer al puto. La más adecuada postura es la de colocar al bardaje en actitud de árabe orante (genupectoral) estando el bujarrón de pie” (etc., etc.) Enciclopedia del Erotismo, Camilo José Cela.

 

(***) Y aquí me preparo para las andanadas de quienes pretenderán acusarme de “elogio de la sodomía”, “pederasta”, etc. La imbecilidad humana no tiene límites.

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