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Los conflictos irracionales ciegan la realidad insular

Por Antonio Coll

 

 

La noticia, facilitada por el INE, de situar a la capital de Lanzarote, Arrecife, entre las diez ciudades españolas con menor renta per cápita, altos índices de pobreza, con un paro cercano al 40% de su población, ha producido el estallido de todas las alarmas y, a la misma vez, traspasa al debate público, la poca visión que han tenido los distintos gobernantes que han dirigido la ciudad, en los últimos quince años, con algunas excepciones. Hay que recordar que diferentes planes aprobados inicialmente, (PUPA, Masterplan Puerto-Ciudad de Arrecife, PGUA,) fueron tumbados, sin contemplaciones, lo que provocó un crecimiento urbanístico totalmente desarticulado, con una arquitectura empobrecedora y tercermundista. Y la frustración de comprobar, con estas actitudes irresponsables, la desaparición de potenciales inversiones públicas y privadas. Proyectos privados, como el promovido para el Islote del Francés, con inversiones millonarias, tuvieron su rechazo por la contradictoria protección de la marina de Arrecife, cuando recientemente hemos descubierto que obras públicas como las construidas en el Islote del Amor, solo ha servido para comprobar cómo se las ventilan los partidarios del proteccionismo del territorio que, miserablemente, callan cuando infraestructuras, realizadas con dinero público, se van al traste por no saber salvaguárdala y darle un destino para la colectividad. Y lo peor es que gritan contra obras privadas de calidad que generan empleo y permiten, a la misma vez, que espacios públicos se conviertan en estercoleros.

 

Arrecife es un ejemplo sobre la mezquina realidad de la isla. También sirve para la reflexión y peguntarse si el sistema económico, de planeamiento y social implantado, desde el comienzo de los años 90, con la aprobación del PIOT y puesta en macha la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC) ha servido para impulsar la economía y creación de puestos de trabajo. Los resultados son devastadores y las cifras publicadas, provocan una reflexión profunda para comprender que habrá que tomar medidas contundentes, para disipar el camino y encontrar la salida del túnel, en la que estamos perdidos. La reflexión de Arrecife, repito, se puede extrapolar a Lanzarote y a la misma Comunidad Autónoma de Canarias, que sigue estando por debajo de la media, en renta per cápita y un índice de desempleos alarmante. Al reciente nombrado presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, le queda una ardua empresa para convertir al archipiélago canario en un lugar próspero y digno para vivir. Su visión de modificar el Régimen Económico y Fiscal (REF), para implantar un modelo económico más productivo que no solo contemple una “auténtica revolución turística” y mejores incentivos fiscales sino, también, impulsar la industrialización y la inversión en sectores estratégicos, con libre comercio, donde el intervencionismo se convierta más en catalizador para el desarrollo económico. Convertir Canarias en el Singapur del Atlántico, sería una gran opción, si se comprueba el éxito económico del país asiático.

 

¿Qué pasa en Lanzarote?

 

El Plan Insular de Ordenación del Territorio (PIOT) sirvió en 1991 para un mejor control en el crecimiento insostenible que estaba encaminado a liquidar la “gallina de los huevos de oro”. Ya desde 1998, con pleno crecimiento y empleo, ya había voces que avisaban del peligro si no se optaba por la calidad y también por la diversificación de la economía, ya que la industria turística tenía sus límites y con el riesgo que ello suponía por considerarse una economía frágil al depender de factores externos y de la misma sostenibilidad del territorio. En este sentido, los mensajes críticos tenían como objetivo de sensibilizar a la clase política y empresarial de que la calidad era, netamente, imprescindible para que la “gallina siguiera poniendo huevos de oro”. Un dislocado crecimiento turístico, podría colocar a la isla de Lanzarote en un destino de “bajo coste” y una masificación insostenible. La isla, con una potencialidad de atractivo turístico de altos vuelos, gracias a la generosidad de la propia Naturaleza y a las directrices manriqueñas, estaba obligada a continuar con la misma filosofía que gracias a ella, obtuvo el premio de ser denominada por la UNESCO en Reserva de la Biosfera y, recientemente, en Geoparque de la Red Europea.

 

Ahora, la modificación del PIOT, para adecuarlo a las exigencias actuales, sin que ello signifique cambios substanciales, en la política territorial, es imprescindible para dar salida a infraestructuras turísticas de máxima calidad, que permanecen en un atolladero administrativo jurídico. Por otro lado, también la revisión puntual del Plan Especial de La Geria, auspiciado por el Gobierno de Canarias, es primordial ya que contempla la seguridad jurídica de las infraestructuras implantadas por la industria vitivinícola. Me parece una salida airosa para frenar los conflictos judiciales, suscitados, precisamente, por los planeamientos no actualizados a la realidad insular de hoy. Solo se trata de consolidar lo que ya está construido, cuyas obras se han realizado con un esmero exquisito, respetando el binomio Hombre-Naturaleza, siempre defendido por Manrique. Y no se trata solo de consolidar a Bodegas Stratvs, sino a la mayoría de las bodegas implantadas en La Geria. Con esto se protege el paraje y, sobre todo, al sector vitivinícola de Lanzarote.

 

Afortunadamente, en referencia al territorio, la isla ha crecido de forma sostenible, gracias también a que los mismos promotores se concienciaron de que sería un mal negocio escoger la vía de enriquecimiento rápido y por lo tanto, captaron que la calidad a medio y largo plazo era más rentable. No todo apostaron, pero si una sensible mayoría.

 

El gran pacto insular pasa por la COTMAC

 

Complementar la industria turística con otras alternativas, para equilibrar el sistema económico, es facilitar el camino más diáfano, a sabiendas que el monocultivo turístico es insuficiente para ofrecer estabilidad, como indican los datos negativos en la renta per cápita y el propio empleo.

 

El estancamiento de la explosión demográfica, al desaparecer los años dorados del sector construcción e inmobiliario, ha provocado la salida de la isla de un buen número de emigrantes. Pero aun así, el desempleo sigue siendo el primer problema de Lanzarote y Canarias.

 

A mi manera de ver, Lanzarote necesita de un gran pacto, no solo en el ámbito político sino también entre otros sectores representativos de la sociedad civil. Llevamos años de conflictos ya calificados de irracionales que solo ciegan la realidad insular. ¿Qué pasa en Lanzarote? Contestar a la pregunta es escribir una historia compleja pero siempre zarandeada por intereses dispares. El cese de un funcionario solo ha sido la punta del iceberg. Pero no se puede minimizar los hechos porque el trasfondo tiene más calado de lo que aparenta. El pacto insular, de una forma u otra, tiene visos de contener muchos ingredientes viciados. El entendimiento y el consenso, entre las fuerzas políticas mayoritarias –CC-PSOE- se hace imprescindible. Aun así, el detonante de la desconfianza permanecerá, sino se comprometen ambos partidos, de optar por la mejor solución, en política territorial, priorizando en que los planeamientos tienen que ir encaminados, en las propuestas de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias (COTMAC), máximo organismo del Gobierno de Canarias para dictar las resoluciones finales en los citados ámbitos.

 

Todo lo demás, se convierte en un trastorno delirante o paranoico, que solo consigue confundir a la opinión pública, en cuestiones de vital importancia, como los planes citados, que necesitan, urgentemente, ser aprobados por el Cabildo de Lanzarote. Que una mera punta de un “iceberg” no los “hunda”. Sirva la “ola de calor” que nos abruma estos días, para derretirlo.

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