Los 15 + 1 punto del acuerdo
Francisco Pomares
La decisión del Frente Polisario de suspender todo contactos con el Gobierno español no debiera sorprender a nadie. Es más, probablemente entraba dentro de lo previsto y asumido por Sánchez. El rechazo Polisario a seguir manteniendo relaciones con el Gobierno de España es la respuesta mínima a la aceptación de la propuesta marroquí de Autonomía tutelada para el Sahara. La política internacional suele ser más dependiente de las relaciones fácticas y equilibrios de poder que del cumplimiento de las leyes, aunque luego los líderes y portavoces se llenen la boca con recurrentes manifestaciones sobre la defensa de la legalidad. Es curioso que el Gobierno de España no haya hecho siquiera el más mísero amago de defender con argumentos legales el sometimiento de Sánchez a los intereses marroquís en el Sahara.
El ministro de Exteriores –normalmente suele ser portavoz del Gobierno en el ajuste fino de la política internacional- se ha limitado hasta la fecha a vender humo, cuando no a mentir descaradamente, como hizo cuando aseguró que la posición española se había comunicado a Argelia, para tener que tragarse el mentís argelino primero, y ahora la oportuna respuesta de Argel en formato de subida a los precios que nos cobra por su gas. En cuanto al documento de 16 puntos, fruto supuesto de las negociaciones entre el rey Mohamed y Sánchez, parece un texto redactado con prisas por dos estudiantes (y no muy aplicados) de segundo de derecho. Es uno de esos ejercicios en los que el examinador pone el enunciado –el primer punto, por ejemplo- y los alumnos rellenan todo lo que pueden, -los 15 puntos restantes- a ver si cuela. El problema es que aquí no ha colado nada, aunque el Gobierno lleve tres días enviando notas sobre su esfuerzo repatriador de marrioquís. Como si Marruecos tuviera algo que ver con ese esfuerzo, más allá de abrir la puerta a las repatriaciones. Cuando el rey necesite más súbditos para volverlos a mandar contra las vallas, ya los tiene en casa.
En fin, propaganda aparte, parece existir un cierto consenso en la nula solvencia de las contraprestaciones a España en el acuerdo con Marruecos. Sólo el primer punto, el del reconocimiento de que la propuesta marroquí de autonomía para el Sahara es “la más seria y creíble”, parece estar redactada de forma clara y contundente. Los otros 15 puntos son un conjunto de declaraciones con obvia ambigüedad. Y lo del reconocimiento de la españolidad de Ceuta y Melilla, que se nos vendió como pago en retorno, ni de broma.
Si alguien creía que Marruecos iba a poner que Ceuta y Melilla son españolas negro sobre blanco, es que necesita un hacerse repaso de la historia reciente de Marruecos. Marruecos ha aceptado reabrir las aduanas, incluso donde no existen (en Ceuta, por ejemplo) pero de ahí a reconocer que las dos ciudades autónomas son españolas… parece que alguien en el Ministerio de Exteriores se ha tragado un sapo enorme. En cuanto a la delimitación de las aguas canarias… darle la vuelta al acuerdo sobre las aguas del Parlamento marroquí de enero de 2020 es algo que tampoco va a ocurrir. Marruecos amplió 200 millas su zona económica exclusiva y extendió la plataforma continental a 350 millas, apropiándose de paso de las aguas del Sáhara Occidental. La decisión del Parlamento responde a la estrategia Marroquí de discutirle a España la solicitud presentada ante Naciones Unidas que pretende ampliar la zona económica exclusiva de Canarias incluyendo los montes subterráneos al sur de las islas. Es un asunto que viene de antiguo, y sobre el que Torres se pronunció exigiendo a Sánchez “contundencia en la defensa de los intereses canarios, lo mismo que ha hecho ahora. ¿Y qué más puede hacer el hombre?
El Gobierno de España puede entretenerse con ese asunto los próximos años, puede incluso enviar a algún propio a participar en interminables debates sobre medianas, derecho marítimo, su origen en las leyes amalfitanas o la importancia de la Convención de Naciones Unidas en la fijación de los límites, bla bla bla… e incluso vender los resultados como un éxito, como ha hecho Putin con la retirada de sus tropas del Norte de Ucrania. Pero no van a producirse ni cesiones ni sorpresas por parte de Marruecos. Si yo fuera Ángel Víctor Torres no me metería en ese berenjenal que no conduce más que a la frustración. Evitaría en lo posible estar en la previa de una foto final que –si se produce- volverá a ser tan humillante como la merendola con bandera española al revés con la que el muy eficiente protocolo marroquí obsequió al presidente Sánchez.