Lo que ‘flota’ en la línea de flotación
Por Francisco J. Chavanel
Tanto José Miguel Ruano como José Miguel Barragán –dos veteranos pilares que sostienen al presidente Clavijo- han hablado claro: el incumplimiento de El Hierro (municipio de Frontera), la moción de censura interpuesta por socialistas y una agrupación independiente para eliminar de la Alcaldía a la representante de Coalición Canaria, es el mayor ataque lanzado a la línea de flotación del Gobierno regional.
Traducción: o los socialistas lo arreglan dando marcha atrás a la censura, o aplicando la medicina de lo ocurrido en Tacoronte en la legislatura anterior (expulsión de los emboscados antes de celebrarse el pleno de la votación para que legalmente sean declarados tránsfugas), o sencillamente se rompe la relación, cae el pacto, el PSOE canario se marcha a su casa a hacer elucubraciones y a ponerle velas a San Pedro Sánchez para que gane los comicios de diciembre.
Los socialistas andan lentos de entendederas, incapaces de captar lo que está sucediendo. Lo del Hierro les parece inevitable; lo de la Laguna algo volátil en manos de una caprichosa matemática; lo de Lanzarote, una injusticia, pues ¿quién es el Gobierno para meterse en lo que quiere, busca y pretende un partido político que desea preservar su independencia?
Su incapacidad se debe al caos que reina dentro. Ya lo tenían con José Miguel Pérez de secretario regional y de vicepresidente en el Ejecutivo, y ahora la anarquía se multiplica con Patricia Hernández y sus afectos, que dicen mandar donde no mandan y cuyo respeto ha bajado al subsuelo después del caprichoso comportamiento de la vicepresidenta con su baja maternal. El PSOE es un sitio donde unos se devoran a otros, sin capitán al frente, sin jerarquías, credos ni ideología que defender, allí donde vuelan los cuchillos en dirección a la garganta del compañero, donde se propagan los incendios y nadie se hace responsable. Es un adolescente que no acepta obligaciones, sólo derechos y privilegios.
El PSOE no es fiable, eso es lo que acaba de entender Clavijo. El pacto nunca debió cerrarse con ellos, eso es lo que ya sabe CC.
Lo que realmente desearían los nacionalistas es quitárselos de en medio y aguardar a las Generales en solitario, con los apoyos desde fuera del PP y de Casimiro Curbelo; es decir, subirle el precio a los socialistas en caso de que no quede otra que gobernar con ellos en la hipótesis de una victoria en las legislativas de Sánchez. Y si me apuran ni eso: en la cripta de CC ya se habla abiertamente de mandarlos a la Oposición durante toda la legislatura, pase lo que pase con Madrid. Están hasta los mismísimos de chiquilladas.
Los herreños amenazan con marcharse de CC si Clavijo no detiene la hemorragia. A Pedro Sanginés le cuesta cada vez más atemperar el cabreo de los suyos. Y el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, sabe que no puede hacer política municipal mientras Javier Abreu se niegue a comprometerse. CC corre el peligro de indisciplinarse, que es lo que quisiera José Miguel Pérez, Paulino Rivero, y Román Rodríguez, el trío que en la sombra, desde fuera, espera sacar rédito de los muchos desajustes descubiertos, con el objeto de escenificar que la generación que los ha sucedido de forma traumática (para sus intereses) no está apta para practicar la alta política.
Hay una conspiración en marcha cuyo objetivo es desbancar a Clavijo antes de la próxima primavera en la que participan socialistas, Nueva Canarias, Podemos y Rivero. Puede que el presidente decida adelantarse y aprovechar la crisis herreña para hacer majo y limpio.