¿Lanzarote Premium?
Guillermo Uruñuela
‘Destino Premium’. Así se defiende la idea desde las butacas del poder, en un ejercicio publicitario que cualquiera que funcione por aquí se da cuenta que no es más que eso. Un decorado para aquellos que buscan en Google, Lanzarote, y se cautivan con las paradisíacas playas de Papagayo o se quedan embobados con los atardeceres famarianos. Y no es que Lanzarote no pueda alcanzar el fin pretendido; de hecho, lo logrará si las actuaciones se orientan, de verdad, en esa dirección. El paraíso está aquí, de eso no tengo dudas, y sólo hay que mejorarlo, siempre que sea posible y sobre todo no empeorarlo.
Hablo de un concepto general que bien me sirve de ejemplo para la visión que se tiene en la isla del deporte. Lanzarote desde hace años se ha posicionado en Europa como uno de los destinos más atractivos para los deportistas gracias a las bondades que este territorio oceánico ofrece. Se ha conseguido atraer a miles de triatletas, nadadores o ciclistas hasta la ‘Tierra del Fuego’ para practicar sin congelarse las canillas, en invierno, su disciplina. Todo esto está muy bien y se genera economía, y turismo y todas estas cosas que nos cuenta el político de turno que pasa por allí.
Pero sin embargo, tengo la sensación de eso; que no es más que un eslogan publicitario que no quiere potenciar el deporte porque considere que una sociedad sana y activa es una sociedad mejor, sino porque genera más dinero. Una cosa puede ser complementaria de la otra, y ambas diría que son necesarias.
Es decir, necesitamos un Ironman, un Quemao, un buen Rally y una gran Maratón pero también a la escuela del CD Estefut, a los niños en el tatami del Club de Judo Costa Teguise, a los porteros de fútbol sala de la Escuela Municipal de Playa Blanca, a los judokas del Suhari, a las raquetas del Club de Badminton Lanzarote, a todos esos gimnastas del CG Isla de Lanzarote, a las chiquillas del CD Magec Tías, a los ajedrecistas del CIAL, a los nadadores del CN Nadamás, a las criaturas del Conejero, que apenas llegan a la canasta, a las panteras de Titerroy, a las niñas del CD Pingüinos que entrenan como máquinas en la piscina sus coreografías todos los fines de semana, a los abuelos que disputan su liga de Bola Canaria… Estos son sólo algunos ejemplos deportivos de la isla pero hay muchos más.
Intentamos vender algo pero no creemos en ello en origen. Mostramos una cara 'Premium' pero las alcantarillas siguen desbordándose con cuatro gotas, los semáforos no funcionan correctamente, no se consiguen grandes inversiones y los actos culturales de nivel escasean. Y en la misma línea queremos ser referente deportivo del continente pero nos olvidamos de los que están aquí. Racaneamos en ayudas cuando son necesarias, especialmente en deportes minoritarios, y también nos cuesta mejorar instalaciones que refuercen esa idea de futuro. Por todo ello animaría -a quien corresponda- a potenciar esta tierra de puertas para afuera pero también en la misma medida que se preocupen de la cocina, el salón y las habitaciones; no sólo de la fachada.