La pifia con Argelia
Francisco Pomares
El Congreso iba a respaldar hoy con el apoyo de todos sus grupos parlamentarios -menos Ciudadanos, siempre a su aire- una proposición no de ley que reitera la que ha sido la posición tradicional de España en relación al conflicto del Sahara: que su solución requiere del diálogo entre las partes en el marco de la legalidad internacional y respetando las resoluciones de Naciones Unidas.
En un acto de manifiesta irrealidad, o de cinismo puro y duro, el PSOE de Pedro Sánchez también anunció ayer que se sumaría a la propuesta de su socios en el Gobierno –Unidas Podemos- y de los partidos que sostienen el Ejecutivo de izquierdas –Esquerra, Junts y Bildu- obviando el contundente rechazo que refleja el texto de la proposición de ley al cambio decidido de forma personal y unilateral por Sánchez. En el debate, todos los partidos –menos el suyo- pidieron al presidente que rectifique y apoye de nuevo la autodeterminación del Sahara. Pero al final no va a ocurrir así. Una declaración del portavoz de Podemos comparando la posición de Sánchez en el Sahara a la de Putin con Ucrania, ha provocado que el PSOE decida no apoyar el texto conjunto de sus socios. Al menos eso es lo que se ha dicho. Lo más probable es que Sánchez haya exigido no verse enfrentado ante Mohamed VI a un feo similar. Y es que cuando hoy se produzca la votación sobre el Sahara, Sánchez estará ya en Rabat, donde tiene previsto participar en un desayuno de Ramadán con el rey Mohamed VI, para estrechar lazos entre ambos países y abrir camino a un tiempo nuevo en las relaciones con nuestro vecino.
Mientras Sánchez desayuna sin sobresaltos con el monarca alauita, el primer ministro italiano, Mario Draghi, prepara las maletas de su inminente viaje a Argel este próximo lunes, para reunirse con el presidente Abdelmadyid Tebune, con el que –tras varios encuentros previos de sus ministros de Energía- va a cerrarse una alianza estratégica para convertir Italia en el principal cliente del gas argelino. El encuentro se produce apenas unos días después de que Argelia anunciara su intención de mantener este año los precios del gas a todos sus clientes, excepto a España, con la que Argelia no descarta ‘recalcular’ los precios, dicho en un muy revelador eufemismo.
¿Y por qué no se mantienen los precios del gas a España? Evidentemente, por el cambio de posición español sobre el Sahara, cuya autodeterminación Argelia viene defendiendo sin fisuras, como política de Estado, desde que el presidente Boumediène se opuso frontalmente en 1975 al Acuerdo Tripartito de Madrid. El vodevil montado por el Gobierno tras la filtración por Rabat de la carta de Sánchez al rey Mohamed, asegurando primero que se había comunicado la decisión a Argelia, para reconocer días después que no se había producido ni comunicación ni consulta alguna, ya provocó la fulminante decisión de llamar a consultas al embajador argelino en Madrid. Fue otro episodio irreal, casi surrealista, la coincidencia entre el retorno de Karima Benyaich, embajadora marroquí, y el abandono de nuestro país por su colega argelino, Said Moussi.
Al margen de otras consideraciones sobre la traición al pueblo de la antigua colonia, la pérdida de credibilidad de la política internacional española, el estilo chafarmeja (carta incluida) en que se materializó el bandazo, o el desprecio de Sánchez a su oposición e incluso a su propio Gobierno y aliados parlamentarios… al margen de todo eso, desde un punto de vista práctico, lo de congraciarse con Marruecos a costa de enfrentarse a Argelia parece poco inteligente, precisamente cuando España tenía la opción de convertirse en el principal proveedor de gas argelino a Europa.
Por desgracia, eso no va a suceder ya, España ha perdido su oportunidad de ser la puerta de entrada del gas argelino al continente. Mientras Italia multiplica sus importaciones de gas de 21.000 millones de metros cúbicos en 2021 a 30.000 millones este año, España recibirá como mucho 10.000 millones por el gasoducto que conecta la explotación de Hassi R’Mel con Almería, el Medgaz. Las malas relaciones de Argelia y Marruecos ya habían provocado a finales del pasado octubre el cierre tras 25 años de funcionamiento del gasoducto Magreb-Europa, que arranca también en Hassi R’Mel, entra en Marruecos, atraviesa el estrecho a 400 metros de profundidad, sale por Tafira y llega hasta Córdoba. Con su cierre, España ha tenido que compensar parte de los envíos recurriendo a una enorme flota de metaneros. Ahora, tras la pifia con Argelia en el peor momento posible, el gas argelino nos costara probablemente más caro que al resto de los europeos. Es lo que puede ocurrir cuando te gobierna un presidente cuyo principal mérito es saber meter en cintura a los suyos.