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La estrella y la Estrella de la Muerte

Andrés Martinón

 

 

Hace una semana entrevisté a Oswaldo Betancort y le vine a decir que hay gente que tiene estrella; que parece que está en el lugar adecuado en el momento oportuno. Y le dije que parecía que a él le sigue una estrella. Desde que llegó entró como un tiro en las instituciones y desde ahí no ha perdido elecciones.

 

Pero analicemos un poco más a Oswaldo. Es un hombre de pocas estridencias, trabajador, del pueblo, ambicioso hasta donde tiene que serlo y que estudia bien sus posibilidades y las ejecuta. Algo así pasó en las elecciones del domingo 28 de mayo. Creyó en sus posibilidades y lo logró. Por poco, pero lo logró.

 

Es verdad que elegir este camino no le vino bien a su sucesora, Olivia Duque, quien heredó una institución desgastada después de 12 años, pero también que preparó su propia lista y a lo mejor no tuvo el éxito que pensaba que iba a tener. Y otra cosa, a lo mejor no tiene la estrella de Oswaldo.

 

En el otro lado, está la Estrella de la Muerte que podría ser la analogía en el mundo Star Wars de lo que ha vivido el PSOE del Cabildo, con una Dolores Corujo que llegaba a la recta final con altas cargas de estrés y desbordada por una estrategia que le diseñaron que claramente ha fallado.

 

Conozco a Dolores Corujo de forma superficial pero sí podría decir que era una mujer de grandes recursos cuando la conocí; era alcaldesa de San Bartolomé.

 

Una de las políticas con mayor inteligencia emocional, reflejos en el cara a cara, exquisita educación y un fair play más que aceptable.

 

Continuando con la analogía de la Guerra de las Galaxias, Dolores Corujo sintió un estremecimiento de la fuerza y una llamada del ‘lado oscuro’ que la hizo cambiar; que agrió su carácter y la hizo menos cercana (por lo menos, con los que no teníamos una gran amistad). Se hizo más fría y más desconfiada. Creyó ver gigantes donde había molinos, con alguien que le susurraba maldades constantemente y atajos para poder perpetuarse en el gobierno.

 

No acabo de entender cuándo Dolores Corujo dejó que le llevaran las riendas; que le dictaran su discurso y le dijeran cuál debía ser el camino. Y a todo esto, repito, pudo volver a ganar por ciento y pico votos, pero no fue así. La gente votó al PSOE pero no a su PSOE. Solo 69 votos le separaron de la victoria. Pero es que 69 votos pueden significar el fin de un ciclo político. El tiempo dirá.

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