Guerra y cultura de Defensa
Francisco Pomares
Hace algunos años, antes de que Tezanos se apropiara del Centro de Investigaciones Sociológicas y lo convirtiera en un organismo al servicio del Gobierno y de Pedro Sánchez, era frecuente la realización de sondeos bienales en los que se preguntaba a los ciudadanos sobre la consideración que tienen sobre el rol y desempeño del Ejército en la sociedad española. El CIS dejó de hacer esos sondeos específicos, coincidiendo con la percepción de una creciente desafección por lo militar, pero aun así, se ha seguido preguntando sobre cuestiones vinculadas a defensa y seguridad.
Gracias a esos sondeos parciales sabemos algunas cosas muy significativas, sobre todo si comparamos sus resultados con los estudios anteriores: por ejemplo, sabemos que la cultura de defensa y Seguridad en España está cambiando radicalmente como respuesta a la guerra de Ucrania. España invierte actualmente en defensa poco más del uno por ciento de su PIB, y Sánchez se ha comprometido con la OTAN a duplicar el gasto militar, hasta alcanzar los 20.000 millones de euros y el dos por ciento del PIB. Ese compromiso enfrenta a los socios del Gobierno con Sánchez y el PSOE, que apoya la decisión presidencial. La izquierda a la izquierda del PSOE y los independentistas consideran que hay que destinar los dineros públicos a otros asuntos…
Hasta hace no demasiado tiempo esa era probablemente la idea mayoritaria en el país: el CIS preguntó en varias ocasiones, durante los cuatro años previos a la supresión de la mili, la opinión de los españoles sobre su obligatoriedad y en todas las ocasiones hubo una amplia y creciente mayoría de encuestados –del 74,4 de 1996 al 78,1 por ciento del 2000- que defendía un servicio militar totalmente profesional, en lugar de mixto, es decir con soldados voluntarios complementados con personas reclutadas de forma obligatoria. Hace diez años, en su noveno informe sobre Defensa nacional y Fuerzas Armadas, el CIS volvió a preguntar por la supresión de la mili obligatoria. El 43,3 por ciento de los encuestados se mostraba en desacuerdo con la idea de que suprimir la mili hubiera supuesto una pérdida de vínculo entre el Ejército y la sociedad, frente a un 41,5 por ciento que creía lo contrario. Sólo un par de años después, en 2014, cuando ya habían pasado quince años desde la desaparición de la mili, se realizó el décimo informe, que detectaba el bajo porcentaje de la población que aceptaría participar en la defensa del país.
De hecho, sólo el 16,3 por ciento de los encuestados dijo estar a dispuesto a combatir en caso de una agresión extranjera. Casi la mitad -47 por ciento- de los entrevistados aseguraron que no arriesgarían su vida por nada que no fuera su familia, y más de la mitad –el 55 por ciento- se mostraron reacios a participar de cualquier forma en la defensa nacional en caso de guerra. Obviamente, esa disposición no era entonces la misma en todas las regiones. En Navarra, País Vasco, Aragón, Cataluña y Galicia, eran más de la mitad los que afirmaban no estar dispuesto a asumir tareas de defensa, mientras en Madrid y Murcia se daban los mayores grados de compromiso con la seguridad de la nación.
Hace ahora unas pocas semanas, un nuevo sondeo parcial del CIS –un sociobarómetro sobre cuestiones de actualidad- ha revelado que casi la mitad de los españoles -el 47,3 por ciento- apoya hoy aumentar el gasto en defensa para poder reaccionar ante futuras amenazas, frente a un porcentaje muy similar –el 46,6 por ciento- que prefiere no aumentar el gasto o incluso plantea disminuirlo. El aumento del gasto es masivamente respaldado por los votantes de PP, Vox y Ciudadanos, y rechazado por los votantes de izquierda e independentistas, mientras que los socialistas dividen su opinión entre el 43 por ciento que apoya la decisión de Sánchez, y un 50,1 por ciento que prefiere no aumentar el gasto militar o incluso reducirlo.
Las guerras, incluso las que no nos afectan directamente, nos cambian: en apenas unos meses, la invasión rusa de Ucrania ha hecho más por mejorar la cultura de defensa y seguridad en nuestro país que todos los gobiernos españoles, desde que Aznar suprimió el servicio militar obligatorio, hasta hoy.