Estar tranquilo
Francisco Pomares
La holgada victoria de Macron en Francia (aún así con un ocho por ciento menos del total de votos de las presidenciales de 2015) nos permite un breve respiro de tranquilidad sobre el futuro de Europa. No será permanente, las legislativas están a la vuela de la esquina, y las cosas vendrán más torcidas: los candidatos de la derecha y la izquierda populista se acercaron al cincuenta por ciento del voto en la primera vuelta, y Macron es el presidente más odiado por los franceses en la historia de su país. Sin Le Pen enfrente, es poco probable que los candidatos de En Marche a las legislativas revaliden los últimos resultados. No está claro que vendrá después de los próximos cinco años de Macron, ni está claro que puede ocurrir tras las legislativas, qué clase de gobierno saldrá de las urnas, pero hasta entonces podemos estar tranquilos.
Dicen que la tranquilidad es atributo de los sabios y de los pueblos bien gobernados. De lo primero, o los sabios están ocultos o abundan cada vez menos, y de lo segundo, es probable que no quede ya ningún pueblo que se sienta bien gobernado. Los que ahora están tranquilos no son los pueblos, sino sus dirigentes, sobre todo cuando sacan un 58 por ciento de los votos en unas presidenciales.
Y otro ejemplo, este cercano: el presidente del Gobierno de Canarias. Ángel Víctor Torres, aseguraba en declaraciones a EFE que ha estado “tranquilo desde el minuto cero”, a pesar de la alarma que han provocado los anuncios de prospecciones petrolíferas submarinas que ha realizado Marruecos. Torres asegura que la posición de España sobre esta cuestión, que habría de tratarse en las negociaciones previstas entre el Gobierno español y el marroquí se ajustará en todo caso a las demandas y reclamaciones del Archipiélago, y citó unas recientes declaraciones del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, asegurando que la cuestión de las aguas territoriales se abordará en la convocatoria (aún por meter en agenda) de la comisión hispano-marroquí que se acordó reunir para abordar temas bilaterales, durante la merienda del presidente Sánchez, el rey Mohamed y la bandera boca abajo. Albares ha dicho que en esa reunión va a estar Canarias, aunque no ha dicho ni cómo va a estar ni quien va a estar. Que es algo de cierto interés. También ha dicho que Madrid pondrá sobre la mesa la cuestión de los yacimientos de gas y petróleo “para garantizar que no hay ninguna colisión con los intereses de Canarias”. Pero eso es una filfa, que sólo sirve para que Torres la repita, y diga lo tranquilo que está, porque su Gobierno (se refiere ahora al de Canarias), según ha dicho “no consentirá” que España “autorice” las prospecciones si entrañan un riesgo para el medio ambiente de Canarias. A mí, la tranquilidad de Torres no me tranquiliza en absoluto. Básicamente porque España no tiene que autorizarle a Marruecos sus prospecciones, de la misma forma que Marruecos no tuvo que autorizárselas a España, cuando el ministro Soria dio permiso para que Repsol pinchara en el fondo oceánico, a este lado de la mediana. Lo que cada país haga en materia de prospecciones o explotación en sus aguas territoriales, no es competencia de sus vecinos.
De hecho, a mí me intranquiliza que Torres eso no lo sepa. O puede que si lo sepa, y opte por la ventriloquía: a veces uno tiene la impresión de que Torres maneja un muñeco con su cara, que dice las cosas que él sabe que no debería decir –porque son falsas- pero quiere decir igualmente.
El Gobierno de España no puede hacer lo que le diga el de Canarias (y aquí unas risas en recuerdo del REF), básicamente porque nunca nos hace ni repajolero caso, y además porque éste no es un asunto en el que el Gobierno de España tenga nada que decir o pueda decir algo. Si las conversaciones bilaterales llegan a producirse, y si en ellas se llega a tratar a fondo el asunto de las aguas (y dudo que Marruecos quiera abrir de verdad ese melón, especialmente en lo que se refiere a las aguas del Sahara, que ahora explota ilegalmente), todo lo que está a su lado de la mediana queda fuera de discusión. Marruecos hará lo que le de la real gana, nunca mejor dicho, a Sidi Mohamed, porque suya es la jurisdicción.
De momento, el reino actúa con un criterio razonable, y las dos prospecciones de las que hablamos –la que de los mil millones de barriles que Europa Oil & Gas pretende realizar a 350 kilómetros de La Graciosa, frente a Agadir; y la que ENI, en una alianza con Qatar y el Gobierno de la corona, va a realizar a la altura de Tarfaya-, ambas son en aguas legalmente marroquís y harán lo que crean conveniente. Si eso tranquiliza a Torres, pues qué bien.