“En 2030 no tendrás nada y serás feliz”
Gloria Artiles
Uno de los mensajes que centró el Foro de Davos de 2021 es la extraña idea de que en "2030 no tendrás nada y serás feliz". Disculpen mi ignorancia, que es muy atrevida, pero seguramente las élites de la agenda globalista van a poder sacarme de dudas a sabiendas de que su único interés es mi felicidad como ciudadana y la de todos ustedes.
Si como reza la Agenda España 2050, totalmente en sintonía con los mandamientos de Davos, una de nuestras aspiraciones “debe ser la de reducir nuestras tasas de desigualdad y pobreza”, ¿por qué, pese a la aprobación de la Ley del Cambio Climático en marzo de 2021 (cuyo fin suponemos es ir sustituyendo las energías fósiles por energías limpias y más baratas), el precio del megavatio-hora en vez de irse reduciendo poco a poco, se ha multiplicado exponencialmente pasando de los 51,99 euros en aquella fecha, a los 210,09 euros que alcanzó en diciembre de 2021, antes de que estallara la guerra de Ucrania? ¿Será que todavía no nos hemos dado cuenta de la gran felicidad que nos supondrá a cada español pagar una media de 475 euros más por la factura de la luz en 2021 y 2022, según estima el BofA (Bank of América)?
Si la subida del IPC nos ha hecho a todos cerca de un 7% más pobres que hace un año, tenemos la inflación más alta en 30 años y España dobla la media de EEUU y de la Unión Europea en el índice de miseria Okun, ¿será que no entendemos que si poco a poco vamos teniendo menos poder adquisitivo seremos cada día un poco más felices?
Veo también la preocupación de la Agenda 2050 por nuestra felicidad pues se asegura que las diferencias de satisfacción vital se reducen mucho entre personas con ingresos altos y muy altos. “Por ejemplo, - dice el texto - entre quienes ganan 4.500 y 6.000 euros al mes en España, el porcentaje de insatisfacción es prácticamente el mismo. Esto nos sugiere que, a partir de un cierto punto, más dinero no da más felicidad”. Y yo me pregunto: ¿si más dinero no da más felicidad, por qué entonces nuestra clase política defensora de la agenda globalista en cuanto acceden al poder no solo no se reducen el sueldo, “pues –dice la Agenda- puede ser más eficiente dirigir los incrementos de renta a los segmentos más pobres de la población”, sino que, bien al contrario, se suben su salario cada año? Es de admirar su renuncia a ser más felices.
Dice esta Agenda que “será igualmente necesario reducir el consumo de ciertas materias primas y productos”, que “la población española tendrá que reducir su ingesta de alimentos de origen animal, la cantidad de prendas de ropa que compra, o el número de dispositivos digitales” y que “en 2050, habrá menos vehículos privados y más vehículos compartidos, más bicicletas y más transporte público”. ¿Entonces, por qué los mismos políticos que apoyan esta agenda continúan comiendo sus buenos chuletones de novillo, disfrutan de la última generación de teléfonos móviles o siguen usando sus propios vehículos privados en vez de trasladarse en guagua? ¿Es que acaso no quieren ser felices?
Estoy verdaderamente impactada por la preocupación que tiene esta élite-casta globalista por nuestra satisfacción vital y muy conmovida por el gran sacrificio que hacen al seguir disfrutando de sus buenos salarios y de sus privilegios, renunciando así a la felicidad que les otorgaría el no tener nada. ¿Será que todavía yo no me he enterado de lo que me conviene? ¿O será que, pese al atontamiento en que nos han sumido con la pandemia, aún no estoy suficientemente adoctrinada?