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El Islote del “Desamor” necesita un candado inteligente

Por Antonio Coll

 

 

Dos días después de celebrarse el Día Mundial del Medio Ambiente -5 de junio- aparece publicada la noticia sobre el lamentable estado del Islote de la Fermina, también llamado, popularmente, Islote del Amor, cuyo nombre recibe a mediado del siglo XX, por erigirse como refugio nocturno para parejas de enamorados. A principios de los años 80, César Manrique diseñó un proyecto para este enclave singular, frente mismo a la Playa del Reducto y el Arrecife Gran Hotel. En diferentes fechas se han hecho obras de rehabilitación, entre 2006 al 2008 por parte de la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias, siendo consejeros, los lanzaroteños, Juan Carlos Becerra, Rita Martín y Manuel Fajardo Feo. Se calcula, entre obras iniciales y complementarias, una inversión pública de más de tres millones de euros. La obra fue inaugurada dos veces, por la entonces alcaldesa, Maria Isabel Déniz y, en la siguiente legislatura por el alcalde, Enrique Pérez Parrilla. Después de la sesión fotográfica de su inauguración, se ponía el candado, ya que la obra al estar inconclusa, no se podía abrir al público hasta que se rematara los detalles y se le concediera la licencia de habitabilidad, o como se llame los entresijos burocráticos, entre normativas, leyes y reglamentos. La decisión solicitada, en su día, por el Ayuntamiento de Arrecife para que las competencias del Islote pasaran a Costas a través de la Autoridad Portuaria, fue un grave error “planificado” que tenía como objetivo frenar el desarrollo del litoral, sobre todo, el Islote del Francés, en Puerto de Naos, de propiedad privada.


Sea como fuere, el proyecto presentado en septiembre del año pasado, por la Fundación Gran Acuario de Canarias a la Demarcación de Costa de Canarias, aún no se sabe si será aprobado por dicho ente. La inversión, de los promotores Arturo Telle y Michael Kemmerling, se calcula en unos 30 millones de euros. Pero ya la experiencia del discurrir de Arrecife, en los últimos 30 años, es para estar escéptico, porque al final, por una causa u otra, todo se va al baúl de los recuerdos.

 

Por otro lado, la gente no entiende es cómo el Ayuntamiento de Arrecife no haya tomado las medidas necesarias para velar y cuidar la obra construida en el Islote del Amor. Según me dicen, antes de pasar a Costas, el Islote estaba, permanentemente, vigilado por la Policía Portuaria. Ahora quien es el responsable ¿Demarcación de Costas o el propio Consistorio Municipal? Porque los actos de vandalismo y destrozos se han producido porque la única seguridad era un candado en la cancela de entrada, cercana a la Playa del Reducto y que cambiaban con cierta frecuencia. . Un candado ¿Made in China? para resguardar una obra de tres millones de euros. Al menos, si hubiesen colocado un candado inteligente con chip, conectado con el móvil del Alcalde, para que estuviese en alerta permanente, y le diera tiempo para avisar a su policía municipal de la ruptura del candado. Pero ni eso. Al menos, hubiese justificado su sueldo. Realmente, en mi ciudad ocurren cosas que dejan a uno estupefacto y alucinado, porque para que te vas a cabrear. Propongo a la nueva corporación que el 5 de junio, de todos los años, sea declarado “El Día de la Desidia Política en Arrecife”. Así, todos los vecinos de la ciudad podrán conmemorar el “trabajo” de sus dirigentes municipales y la “huella” dejada.

 

Me sorprende, enormemente, que los grupos tribales en defensa y protección del territorio y medio ambiente aún no hayan puesto su grito en el cielo. Hay un silencio absoluto. La persecución y tortura que se hace con obras, promovidas por empresarios lanzaroteños, por cuestiones medioambientales, como el llamado grupito de Transparencia Urbanística, es un paradigma de difícil respuesta. Tengo la impresión que las contradicciones son fiel exponente de posturas con perfiles fundamentalistas, que en nombre de un falso proteccionismo del territorio, actúan contra ciertas iniciativas privadas, importándole poco que obras públicas, con inversiones millonarias, sean destrozadas y aniquiladas por dejadez y desidia de determinadas administraciones públicas. No hay argumentos razonables para justificar ese doble rasero. Obviamente, es insostenible. Pero, en Lanzarote siempre triunfa la incongruencia y la maldad.

 

La ruina del Islote del Amor tiene sus responsables. No proteger el patrimonio público es un delito penal, con agravante. También la negligencia, está penada por la Justicia. Pero estas conductas o acciones, generalmente, tienen poco recorrido. Y los responsables siempre quedan impunes.

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