El frente doméstico
Francisco Pomares
La agenda se complica: Sánchez se ha visto obligado a suspender la votación prevista para evitar sufrir una nueva derrota en el Congreso (ha ocurrido con la segunda votación de la ‘senda de estabilidad’, a pesar de los esfuerzos desplegados por el sanchismo para convencer a Junts de que apoyen al Gobierno). Junts ha vuelto a darse el gusto de poner al Gobierno español contra las cuerdas, y encima ha sacado pecho, exigiendo al Sánchez se comprometa a destinar la tercera parte delos recursos de más que permita la aprobación de una nueva regla de gasto, al gasto en las comunidades autónomas. Hasta ahora, el reparto de ese endeudamiento extra ha venido favoreciendo de forma evidente a la Administración central, que se quedaba con la parte del león de los nuevos recursos: el Gobierno pretendía repetir ese modelo de siempre, reservándose de los 40.000 millones que comporta el margen de déficit incorporado a los objetivos del Gobierno, 35.000 millones para que se los gaste el Estado y sólo 5.000 kilos para las regiones. Junts ya ha presentado sus condiciones: exige un cambio sustancial del objetivo de déficit para 2025 que asigne a las comunidades autónomas como mínimo un tercio del margen de déficit previsto en el objetivo total, 13.000 millones en capacidad de endeudamiento. La portavoz de Junts en el Congreso ha sido clara: Nogueras ha explicado que no volverán a dar ni un comino apoyo al Gobierno a cambio de nada. Si Sánchez quiere algo diferente, deberá hacer cosas realmente distintas.
Me apuesto lo que sea a que las hará. Probablemente acepte el envite y consienta en entregar a Cataluña una buena parte del pellizco, mientras España sigue sin cumplir los objetivos de déficit. A pesar de las boutades y baladronadas sobre gobernar al margen del Congreso, Sánchez es consciente de que no puede mantener la ficción de su impostado prestigio desde la incapacidad de hacerse aprobar unos presupuestos siquiera, en esta legislatura que avanza a velocidad de crucero. Entre Rovira haciendo de poli buena y Puchi de poli malo, la gobernabilidad ya está definitivamente en manos de los dos partidos independentistas catalanes. Y ahí va a seguir, mientras Sánchez logre hacerles creer que cumplirá alguna vez sus promesas, que el catalán se convertirá en lengua europea, que la amnistía permitirá a Puchi gobernar Cataluña, que la Generalitat gestionará TODA la inmigración en territorio payés, o que el tesoro catalán recaudara TODOS los impuestos del país y los gastará en Cataluña gracias a un nuevo concierto fiscal. Ni la señora Rovira ni Puigdemont tienen por qué creer que eso va a ocurrir alguna vez, les basta con que Sánchez se comprometa a cumplirlo, y en hacer que le creen, para alimentar la buchaca electoral de los indepes cuando toque. Para el sindicato de la butifarra, es mejor lidiar promesas que no se acaban de cumplir que ver al PP gobernando.
Por eso, yo no creo que lo que más preocupe a Sánchez es que Junts o Esquerra Republicana vayan a dejarlo –aunque le hagan sufrir lo suyo-, sino esa parte de la agenda presidencial donde se esconde el hombre enamorado. Esa sí que tiene a Sánchez con el rictus torcido y una acidez de aúpa que parece comerle las tripas y el gesto.
Y con novedades desagradables: mientras El Mundo aumentaba ayer su colección de portadas con presidentes en el juzgado, la Audiencia Provincial de Madrid se pasaba por el arco de triunfo las recomendaciones de la Fiscalía y la Abogacía del Estado y resolvía ampliar las competencias del juez Peinado, autorizándole a investigar –si quiere, que querrá- la historia del software de la Complutense y porqué misteriosas razones acabó siendo propiedad de Begoña Gómez.
La Audiencia estima que se dan las circunstancias para que Peinado explore esta nueva vía. Y eso es una pésima noticia para Sánchez y su entorno más próximo: supongo que el presidente esperaba -y deseaba- que la Audiencia de Madrid, tras haber limitado la investigación de Peinado, censurara las actuaciones llevadas a cabo por el juez, pero lo que ha ocurrido ha sido exactamente lo contrario: en vez de reprocharle el haberse extralimitado –como pretendía Moncloa- le ha instado a investigar más allá de lo que autorizó en un primer momento. De esa forma, se abre la posibilidad de imputar otros delitos a la mujer de Sánchez, en una investigación nueva e independiente de la que Peinado ha desarrollado sobre Begoña Gómez y su relación con el empresario Barrabés.
Junts o Esquerra pueden debilitar la posición del Gobierno, o incluso llegar a forzar el adelanto electoral. Son gajes del oficio de político. Lo del juez Peinado es mucho más preocupante. Nunca se sabe hasta donde te puede llevar una investigación judicial. Desde luego, esta ha volado las seguridades y certezas del frente doméstico.