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El [falso] cohete español

Antonio Salazar


Si por nuestros políticos fuera, hasta las matemáticas tendrían ideología. Viene esto a cuenta por las discusiones bizantinas que se producen cada vez que hay un dato económico, siempre bueno para los intereses de uno y malos para los intereses de los contrarios. Ojo, bueno para sus intereses, no para el conjunto de la sociedad que es lo que debería importar. Hace nada, The Economist, nada sospechosa, señaló a España como la economía que más crece de los países más avanzados. Tardó poco el equipo de opinión sincronizada de presumir de gesta con la habitual cacofónica trompetería. Decirlo, el prestigioso semanario lo dice, pero es bueno detenerse en lo que señala, que no es más que un análisis de cinco variables. A saber, crecimiento del PIB; revalorización de la bolsa, inflación subyacente, reducción de la tasa de desempleo y el saldo presupuestario primario. Con los datos de PIB y la reducción del desempleo nos alcanza para conseguir buenos registros comparativos. Pero son dos datos que vienen de muy abajo, incluso hoy siguen siendo objetivamente malos los relacionados con el empleo. Y el PIB cayó con contundencia durante la Covid, lo que genera un mayor margen de recuperación. En todo caso, el PIB viene creciendo consistentemente por tres razones interesantes de analizar: por un lado, el crecimiento de las exportaciones con el turismo tirando con fuerza, aunque no solo. De otro, el consumo público que no es más que comprobar cómo crece el gasto público que se paga con impuestos y, ojo, con deuda. Y tercero, el aumento de la población migrante que contribuye consistentemente al crecimiento del PIB pero retienen ellos justamente una parte importante con empleos y salarios.


Una vez se ve lo que ocurre, los desequilibrios son más que evidentes y no parece que reaccionar con pueril comportamiento cuando alguien por ahí fuera se fija en un buen dato sea la mejor medicina.


Los ciudadanos no parecen tener la misma impresión sobre la bonanza económica y si nos atenemos a lo que ocurre, quizás tengan algo de razón. La renta disponible, que es aquella que nos queda después de atender el pago de las obligaciones tributarias, ha descendido un 0,4% en el segundo trimestre con lo que no parece que ese cohete que dice el gobierno sea igualmente percibido por todos. Esto tiene implicaciones, el consumo privado se ha visto también afectado. Los altos precios de la vivienda, el elevado paro comparativo, el crecimiento de la deuda y el impacto creciente que tienen las pensiones en las cuentas públicas deberían ser revisados antes de entregarse a ese juego estomagante que es tan del gusto de esta impagable, sobre todo impagable, clase política que consiste en estar agarrando el rábano por las hojas con tal de presentarse como el milagro español.

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