El CIS y su ‘realidad inventada’
Francisco Pomares
La noticia, divulgada ayer por el CIS de José Félix Tezanos, es que Pedro Sánchez ganaría hoy las elecciones generales, con una ventaja de hasta cuatro puntos sobre Núñez Feijóo. El PSOE obtendría un resultado próximo al 33 por ciento de los votos, y el PP se quedaría cerca del 29. Vox caería por debajo del 9 por ciento, perdiendo un punto y medio desde el último sondeo del CIS, y Unidas Podemos –con casi un trece por ciento de los votos- se mantendría incólume, aunque a día de hoy no se sepa siquiera si se va a presentar con el mismo nombre, si los círculos podemitas apoyarán la iniciativa de la vicepresidenta Díaz, o si Sumar y Podemos irán juntos o no a las próximas elecciones. El que hasta hace no tanto fuera el muy infalible instituto demoscópico español, parece estar decidido a construir con sus sondeos una realidad inventada.
Lo normal es que en una empresa de cualquier tipo, un directivo que no da una en sus pronósticos sea cesado. Pero la Administración española está tan politizada, que lo que se pide a Tezanos no es que acierte en sus predicciones, sino que use el Centro para hacer propaganda del Gobierno y de Sánchez. Y eso lo hace bien. Cuando al Gobierno le convenía que creciera Vox para meter miedo en el cuerpo a los electores de centro, el CIS pronosticaba el sorpasso del PP por su derecha. Hoy lo que se espera de Tezanos es que ayude a movilizar a una izquierda desmotivada y aletargada por años de sanchismo y humo de pajas. La presentación de una victoria ajustada es la mejor fórmula para activar a la izquierda. Y Tezanos insiste en ella de forma sistemática, sin preocuparse lo más mínimo por desviarse recurrentemente de los sondeos que publican los medios de todo el país y -más aún- por su alejamiento demostrado de los resultados electorales que se han venido produciendo desde 2018, cuando fue nombrado director del Centro. Desde entonces, el CIS siempre ha sobrevalorado el voto de la izquierda, y minusvalorado el de la derecha. No es una tendencia, es una constante, un patrón: el CIS construye una realidad electoral que no se corresponde con la de este país, y viene haciéndolo desde hace cinco años, sin darse tregua.
El pasado mes de marzo, en una comparecencia de Tezanos ante el Congreso, reveló claramente su personalidad descarada: “no se crean las encuestas”, recomendó a unos parlamentarios absolutamente perplejos. El sociólogo insistió en una frase que le acompaña desde que piso el CIS por primera vez como jefe del centro: dijo que él no tiene intención de convertirse en adivino, que no está ahí para diagnosticar lo que va a ocurrir. Si Tezanos fuera mandamás o de una consultora privada, esos comentarios habrían supuesto que lo pusieran ipso facto de patitas en la calle. Es como si un médico pidiera a sus pacientes que no crean en la medicina., o un abogado intentara convencer a sus clientes de que la justicia no vale para nada.
Me pregunto cómo puede justificar Tezanos que los sondeos no deben ser creídos, y al mismo tiempo cobrar todos los años la friolera de casi cien mil euros por su trabajo. No se trata de una cifra dicha al azar, o para redondear. Tezanos cobra como director del CIS 7.046,65 euros al mes, 98.653,14 al año, más de lo que cobra, por ejemplo, el presidente del Gobierno. Además, este año de 2022, el Gobierno incrementó un 21,50 por ciento los recursos asignados al CIS, hasta dotar a la consultora que menos acierta en toda España, de once millones de presupuesto. Un dinero que no ha impedido que desde 2019, el CIS dé siempre un cinco por ciento más de votos a la izquierda de lo que realmente se producen en las elecciones. No se trata de que Tezanos no sea un adivino. Se trata de que todas sus adivinaciones se desvían a favor de su señorito un cinco por ciento.
Las encuestas son importantes porque ayudan a saber lo que piensa y quiere la gente. Pero para ser creíbles, tienen que acercarse en sus pronósticos y vaticinios a lo que se puede comprobar, como ocurre con las preferencias electorales. No se trata de acertar siempre, se trata de tener un cierto grado de proximidad a la realidad, un compromiso científico con la interpretación de lo que sucede. Si no ocurre así, los once millones que nos cuesta el CIS no sirven para nada. El suculento sueldo que se le paga a Tezanos por ejercer de propagandista de Sánchez es puro desperdicio.