El aviso andaluz
Francisco Pomares
Los periodistas tendemos a prestar una extraordinaria importancia a los resultados de las elecciones en términos de escaños, como si las elecciones fueran partidos de fútbol en las que lo único importante es quien gana, quien pierde y quien se queda como estaba. Pero la situación de crispación y polarización en España ha convertido las elecciones andaluzas en una suerte de examen preelectoral de las políticas de Pedro Sánchez y de su propia figura como dirigente. Por supuesto que había más cosas en juego y que no todos los votos expresados en estas elecciones –votaron el 57’6 por ciento de las personas con derecho a votar, un dos por ciento menos que en las regionales de 2018- responden en exclusiva a las preocupaciones e intereses de la política española. No es así, pero la contundencia de los resultados tiene sin duda una evidente lectura nacional y marca una tendencia que va a condicionar poderosamente la política española de lo que queda de legislatura. Sánchez va a tener que pasar a la defensiva, y su gobierno queda tocado, especialmente en su apuesta más radical. La alianza del sanchismo con Podemos, y su entrega a políticas hiperideologizadas, propagandísticas, y en muchos casos huecas y sin más sentido que el de lograr el aplauso de una minoría militante, ha pasado factura a la izquierda. Es eso lo que ha provocado una avalancha de votos hacia el nuevo PP ‘moderado’ de Feijoo, que ha logrado, lo que parecía imposible: la mayoría absoluta para Juanma Moreno y la contención de la ultraderecha. Aun pasando Vox a convertirse en el tercer partido de Andalucía, sólo ha sumado un tres y medio por ciento de votos más. La campaña histriónica hasta el esperpento de Macarena Olona algo puede haber tenido que ver. El frenazo a Vox –que apuntaba maneras de convertirse en futura alternativa al PP- es una extraordinaria noticia para la política española y europea.
Otra obvia lectura de los resultados es que el cuerpo electoral está harto de la confusión y cacofonía partidaria de estos últimos años. Entre el PP y el PSOE concentran con casi el 67 por ciento, las dos terceras partes del voto emitido. El PP, con el 43 por ciento del sufragio emitido, recoge y convierte en útil para el cambio todo el voto de Ciudadanos, castigado por su errática política nacional, y el PSOE –que pierde un diez por ciento de sus propios votos- escapa al hundimiento general de la izquierda recibiendo probablemente parte de los votos que pierde Adelante Andalucía, que se queda con solo una cuarta parte de los que tuvo en 2018. El derrumbe global de los partidos de izquierda, con apenas un 36 por ciento del voto emitido, confirma el final de la hegemonía socialista en Andalucía. Ni siquiera un trasvase de votos desde la marca de Podemos al PSOE permitiría al socialismo andaluz volver a contar con mayoría. Para la derecha se abre probablemente un ciclo largo de mayoría en Andalucía que cambia completamente las cosas. Sánchez ha perdido en apenas cuatro años de gobierno el apoyo histórico de la región donde el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra se hizo grande y se convirtió en la mayor maquinaria política y electoral del socialismo español. Es el fin de 45 años de victorias encadenadas del PSOE. Con una Andalucía que ya ha dejado de ser socialista, ganar las elecciones ya no parece posible para Sánchez y sus socios.
Los resultados de las elecciones andaluzas adelantan que la política española probablemente retome su inspiración centrista y moderada, despreciando la radicalización frentista que se viene alimentando desde el Gobierno bicéfalo de España y sus conmilitones secesionistas. La actual marca de Podemos y sus aliados en la región -Por Andalucía- ha perdido más de la mitad de los votos obtenidos por la marca anterior. El trasvase de los resultados en estas elecciones a las circunscripciones andaluzas en las próximas legislativas harían imposible que un gobierno como el hoy presidido por Sánchez pudiera sostenerse. Y eso, sin contar con que lo ocurrido en Andalucía se reproduzca en otros territorios, confirmando el probable retroceso de la izquierda en todo el país.