Clavijo y la refundación de CC
Por Francisco J. Chavanel
La larga travesía de Fernando Clavijo para alcanzar la presidencia del Gobierno de Canarias define exactamente lo que es la política en el Archipiélago: un oficio de hombres duros, donde no se conoce apenas la piedad, donde todo es válido si sirve para apartar a tu enemigo de la circulación (caso Corredor), un sinfín de conspiraciones que se montan en una nube de deseos con los que debe tragar el candidato para lograr su objetivo.
Uno de los problemas que encarna Clavijo es el siguiente: siendo prisionero de un montón de promesas dadas a gentes de toda condición y representatividad, ¿hasta qué punto las cumplirá, y de cuántas de ellas se desembarazará para actuar con una mínima autonomía? Lo que le viene por delante no es poca cosa: el gobierno está claramente desequilibrado a favor de una isla y de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. De momento los empresarios grancanarios callan, porque esperan milagros de Pedro Ortega, superconsejero de Economía, Energía, Consumo, Industrias, y Nuevas Tecnologías, pero su silencio tiene caducidad: hasta que se sepan cuáles son los cargos del escalón inferior y quiénes los ocupas, hasta que se sepa claramente la capacidad de maniobra del elegido.
Por otra parte, nadie sabe cuánto de provisional este Gobierno. Si las elecciones nacionales son en diciembre el Ejecutivo puede variar en función de quien controle la Nación. Además es conveniente establecer dudas razonables sobra la capacidad competitiva de algunos de los consejeros: en el caso socialista no hay ninguno propuesto por Patricia Hernández que supere en conocimientos y en aptitud a los anteriores (José Miguel Pérez, Francisco Hernández Spínola, y Paquita Luengo); en el caso nacionalista parece que Fuerteventura no está en condiciones de ofrecer un consejero de Educación solvente, y hay serios interrogantes sobre si la postulante de La Palma (Nieves Barreto) pondrá remedio a la selva jurídica que Política Territorial ha engendrado desde hace veinte años, algo que para Clavijo es fundamental.
Cuando el nuevo presidente habla de cambiar la política económica -que me parece un gesto valiente e inusitado en un nacionalista, bastante más lógico que sus predecesores- se refiere a eliminar normas que abochornen a inversores, puestos por una visión nonista del territorio en serios peligros con la Justicia, y se refiere fundamentalmente a que nuestra economía no es productiva: depende más que nunca de subvenciones, de acuerdos estatales y con Bruselas. Estamos en un embudo donde la paz social es posible gracias a la economía sumergida, la corrupción, y la convivencia con intereses espúreos.
Clavijo pretende veinte años más de Coalición Canaria. Una refundación en toda regla. Una transformación de credos y de conductas, colocarla al borde del autogobierno con una economía razonable y autoabastecedora… Dinamitar nuestra forma de vida y mutarla por un sentido racional de la existencia, con Madrid escuchando nuestras plegarias de entrada y, posteriormente, apostar por una economía local que empiece por emplear a tanto parado, requiere un esfuerzo tremendo y una unidad extraordinaria que no disponemos.