Chanel: oportunismo e hipocresía
Francisco Pomares
¿Pegasus? ¿Los tiras y afloja de la factura eléctrica? ¿La eclosión de comisionistas detrás de cada compra de mascarillas? ¿La debilidad del Gobierno frente a sus socios indepes? No.
Desde el sábado por la noche el gran debate nacional vuelve a tener nombre de mujer y de perfume: Chanel, tercera clasificada en Eurovisión y ganadora moral de una pelea ideológica que empezó con su elección en enero, tras presentar su canción SloMo (un acróstico de Slow Motion, cámara lenta…) en el Benidorm Fest, para representar a España en el festival europeo de la canción. Chanel se impuso entonces -gracias al voto de los jueces- sobre Rigoberta Bandini y sobre las Tanxugueiras, unas chicas muy marchosas y gritonas, consideradas favoritas por el público. Eso abrió la caja de los truenos. Se acusó a Chanel -joven catalana nacida en Cuba y criada desde los tres años en Olesa de Montserrat-, de haberle robado a la Bandini y/o a las gallegas una mucho más merecida nominación para representar a España en el viejo y hortera festival de la canción europea.
Tras la decisión de los jueces, el acoso de los haters en twitter sobre la cantante fue tan fuerte, que Chanel tuvo que cerrar su cuenta. Cuando lo hizo acumulaba miles de groserías, insultos y maldades. Pero no fue aquello sólo una cacería más en redes. A pesar del apoyo explícito de la damnificada Bandini a Chanel, el asunto se convirtió en un debate de alcance nacional: la izquierda gubernamental prefería en Eurovisión a la Bandini –una artista considerada progresista– o a las gallegas. Unidas Podemos y Comisiones Obreras propusieron revisar la elección y que Chanel no representara a España. Podemos pidió incluso la comparecencia de la directora de TVE en el Congreso para explicar lo ocurrido, con preguntas a través de su marca -Galicia en Común-, y la petición de esclarecer el sistema de elección del jurado del Benidorm Fest. Consiguieron que la tele admitiera –en un comunicado vergonzante- que tenían que mirarlo, aunque la cosa quedó en nada. En cuanto al PSOE se lanzó en barrena: pidieron que se revisara la letra, concretamente la frase en ls que se dice “yo siempre estoy ready pa’ romper cadera”, algo que en TVE estuvieron dispuestos a valorar, aunque Chanel se negó. La diputada socialista Lidia Guinar acusó a la canción de fomentar la mercantilización del cuerpo de la mujer y dijo que el sugardadismo al que “remite la letra de la canción elegida, es una forma de prostitución”, mientras la portavoz socialista madrileña golpeaba mezclando como si fueran churras y merinas el ‘robo’ en la elección y la gestión de la Ayuso. A Chanel se la acuso incluso de ser facha. Hace unos días, los de Vox, siempre al loro de cómo sacar tajada a las idioteces de la izquierda, sacaron un video rompedor de Macarena Olona, su candidata en Andalucía, arropada por la letra de SloMo: “llego la mami, la reina, la dura. Una bugati”, sin ahorrar coñas: “el mundo está loco con este body, voy siempre primera”, con doña Macarena lanzada: “Yo siempre estoy ready pa’ romper caderas y corazones. Sólo existe una, no hay imitaciones”. Después de las carcajadas, TVE pidió la retirada de la música en el video, claro.
Hasta ayer: ayer esa artista llamada Chanel logró galvanizar al país bailando sobre un escenario de Milán, devolvió a los aficionados al sarao la ilusión de ganar de nuevo donde sólo lo lograron durante el franquismo Massiel y (menos) Salomé, y de pronto cambiaron todas las tornas: Yolanda Díaz se descolgó con entusiasmo digno de otra subida del SMI: “pase lo que pase eres la ganadora, no es fácil ver algo así sobre un escenario, ha sido memorable, historia de Eurovisión. Nos habéis hecho felices…”, el PSOE aplaudió a rabiar (y al unísono) a través de todas sus cuentas de twitter. En la oficial se llegó a escribir: “Europa ha valorado el talento, la música y el gran trabajo de España” (les falto poner: bajo la presidencia de Pedro Sánchez). A por todas, el ministro Iceta bailó ayer SloMo en un acto de las JJSS meneando las caderas. Y Podemos también entró al aplauso: “¡Enorme!”, en la cuenta oficial, “Toda la fuerza para Chanel”, en la de Irene Montero… En ambas recibieron miles de respuestas cabreadas. De los propios, por incoherencia, y de los ajenos, con bastante cachondeo.
En fin. Este es el nivel del país: está bien rectificar, cuando uno se equivoca, desde luego. Pero tampoco pasa nada por pedir disculpas después de pifiarla, claro. Y aquí nadie ha pedido disculpas. Nadie. Apenas un delicado ejercicio de oportunismo e hipocresía.