Blindaje preelectoral
Francisco Pomares
En marzo del año pasado, el Ministerio de Transportes contestaba a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, estar dispuesto a modificar el sistema de subvención a los billetes aéreos para “lograr una distribución más igualitaria de la subvención”. En realidad, no puede decirse que la idea se le ocurriera a la ministra o a alguien de su equipo, aunque en el Ministerio nunca han tenido muy clara la necesidad de una subvención tan gravosa. De hecho, después de su aprobación a cambio del apoyo de Pedro Quevedo a los presupuestos, Fomento bailó en el aire más tiempo del debido.
Pero en esta ocasión, la cosa no fue idea del Gobierno, sino de las Airef, partidaria de eliminar la rebaja directa del 75 por ciento en todos los billetes, y sustituirla por una ayuda fija que se establecería por cada ruta. La Airef cree –y no se equivoca- que subvención actual beneficia más a las rentas más altas. El estudio elaborado en 2020 por la Airef desveló algo que era obvio sin necesidad de estudio alguno: quienes más usan el avión – los más ricos, para entendernos- son quienes más consumen del presupuesto destinado a la subvención. Y si ese razonamiento parece una perogrullada, es porque lo es: de los recursos públicos que se destinan a sostener el abaratamiento en un 75 por ciento del coste del transporte, el diez por ciento de los viajeros con más poder adquisitivo o más recursos, consumen más de la tercera parte de lo que se destina a subvención, mientras que sólo el 17 por ciento se destina a favorecer el descuento de hasta un 40 por ciento de los de rentas más bajas. Ocurre por dos motivos: el primero es que los que más viajan suelen ser altos ejecutivos, políticos, empresarios, y el segundo que muchos de ellos viajan además en primera, y en vuelos más caros –mejores horarios, por ejemplo- con lo que financiar sus viajes cuesta un ojo de la cara. La Airef cree que eso no es razonable, y tiene razón, pero me escama que no hayan detectado que el mayor problema para las arcas públicas no es cómo se reparte el dinero, sino que los precios de los billetes suben, porque las compañías cobran el 75 por ciento de lo que venden, y si venden más caro cobran más del Estado. Por eso adaptan los precios a lo que consideran que los viajeros pueden llegar a pagar.
En Canarias somos bastante tiquismiquis con la cuestión de la subvención al transporte, pero es cierto que es poco comprensible que la subvención se haya convertido en un mecanismo para que la gente con más recursos viaje barato en primera, o para que las compañías hagan su agosto todo el año.
Pero al final, la cuestión no es esa, sino que el Ministerio aceptó hace un año los argumentos de la Airef, considerando de interés estudiar la sustitución del sistema de subvención universal por uno de ayudas por cuantía fija, que viene a significar el Gobierno subvenciona todos los billetes de una misma ruta con un tanto fijo, y allá cada cual se las componga. En la respuesta a la Airef, Transportes recordaba que en la nueva Ley de Movilidad Sostenible, que ha de aprobarse por el Congreso antes de finalizar la legislatura, se contemplan instrumentos para mejorar la eficacia de las subvenciones, y que eso permitirá introducir cambios. Y es obvio que el Gobierno estará absolutamente encantado de cualquier medida que le ahorre gastar parte de la morterada que ahora se destina a subvencionar el transporte insular y de las islas con la Península.
Pero en Canarias nadie –absolutamente nadie- está por la labor. Y hay motivos: cada vez que se legisla para mejorar algo, se estropea todo. La calidad de las leyes que emanan del Congreso y del resto de los parlamentos españoles es manifiestamente mejorable. Es sensato desconfiar de la competencia (y la buena voluntad) del Gobierno. Tocar la subvención en año electoral es dispararse un tiro en el pie.
Y entonces, y aquí es donde uno se queda ojiplático, el Ministerio difunde (lo hizo ayer) un cínico comunicado en el que sostiene con absoluto desprecio por la verdad que “nunca” se ha planteado o analizado “la posibilidad de modificar el sistema de subvenciones” actual, y que la bonificación del 75 por ciento está blindada en el REF. No se habrán decidido a aplicar medidas, no querrán ese debate ahora, pero la respuesta del Ministerio a la Airef no se la inventó nadie. Y dice lo que dice.