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Aciertos arriesgados

 

Las grandes decisiones se valoran por la trascendencia que tienen. Sin duda, la última del Comité Federal del PSOE el pasado domingo 23 de facilitar la investidura de Mariano Rajoy después de diez meses sin gobierno es de esas apuestas que no se pueden valorar hasta que pase el tiempo necesario para analizarla con cierta justicia y perspectiva histórica. No ha sido fácil que por primera vez en la corta democracia tras la extinción del régimen de Franco, el PSOE permita con su abstención que gobiernen los conservadores españoles. Muchos socialistas y periodistas de izquierda han considerado esa decisión un paso atrás irreversible, un suicidio, un tiro en el propio pie del PSOE, que va a pagar muy caro electoralmente. Insistimos, no lo sabremos hasta unas nuevas elecciones. Pero si sabemos que gracias a esa decisión el PSOE ha evitado unas terceras elecciones que nadie quiere y en las que el PP hubiera sacado incluso muchos mejores resultados. mientras que los socialistas corrían el riesgo de recibir un tercer revés electoral y sobre todo el sorpasso de Podemos. Eso si hubiera sido un suicidio seguro. Por el contrario, la mayoría de los españoles valorarán positivamente ese gesto del PSOE, que ciertamente no tenía muchas más salidas, porque todas eran arriesgadas y malas. No es hora de buscar culpables, pero resulta de un cinismo inaguantable que quien ha llevado a ese callejón sin salida al PSOE, que no han sido otros que Pedro Sánchez y su equipo, sean los que ahora traten de culpar a los llamados barones territoriales, a los que no les quedó más remedio que coger la riendas de la organización, un caballo desbocado que huía cada vez más hacia adelante de derrota en derrota hasta la derrota final.

 

Comienza la costura del PSOE

 

Más allá de tácticas y estrategias legítimas por parte de los partidos políticos, lo único claro, lo que dictaba el sentido común, era que Pedro Sánchez no estaba legitimado para optar a ser presidente del Gobierno de España tras perder las dos últimas elecciones generales y cada vez con peores resultados. No estaba ni legitimado democráticamente ni para siquiera intentarlo. En otro país con cierta cultura democrática, Pedro Sánchez simplemente hubiera anunciando su renuncia a liderar el PSOE a las horas de conocer la segunda derrota en las urnas. Por el contrario, maniobró, manipuló y puso al PSOEentre la espada y la pared buscando un pacto con el populismo de Podemos y los independentistas catalanes y vascos que hubiera sido lo peor para este país y para el propio PSOE. Es cierto que la decisión de dejar gobernar a Rajoy no es plato de buen gusto para los votantes socialistas y sobre todo para una militancia aleccionada para convencerla de que hacerlo era un sacrilegio contra los principios morales de la izquierda., pero la cruda realidad es que Pedro Sánchez sólo quería salvarse a él y a los suyos con ese potaje incomestible de siglas. Y esa irresponsabilidad es lo que está pagando ahora el PSOE. No podemos equivocarnos. Los traidores a los valores de la izquierda no han sido los barones que encabeza Susana Díaz, sino que el culpable principal del disideratum, del no va más, ha sido un acomplejado Pedro Sánchez que quiso jugar al populismo de Podemos y que no fue capaz de enfrentarse al que sin duda era el enemigo número uno del PSOE. No va a ser fácil para los socialistas reconstruir el PSOE a corto plazo, pero con la decisión del Comité Federal, por mucho que parezca lo contrario, ahora ha comenzado la costura del PSOE que unos politicos diletantes rompieron a conciencia poniendo en serio riesgo la supervivencia de un partido histórico como el Partido Socialista Obrero Español.

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