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Otra inexplicable tragedia en el mar

Los amigos de los pescadores, asombrados

Lancelot Digital
Fotos: Kepa Herrero y Cedidas

Ramón Hernández Duchemín, de 61 años de edad, y Manuel Gutiérrez Dorta, de 69, eran expertos y prudentes pescadores, buenos nadadores y conocedores como nadie de la costa oriental lanzaroteña, sobre todo la de Arrecife. Por eso nadie se explica qué les pudo ocurrir el pasado sábado 17 de marzo, cuando –primero- decidieron salir a navegar en medio de una alerta por viento y oleaje y, después, se vieron sorprendidos por el mar a pocos metros de tierra firme y desaparecieron trágicamente.

Todo parece indicar que el lugar del naufragio fue la conocida como ‘Punta de la Lagarta’ una zona de rocas junto al Muelle Chico y frente al Puente de las Bolas, en la capital de la isla. Allí aparecía el lunes por la mañana –a unos 35 metros de profundidad- el barco en el que Ramón y Manolo habían salido a pescar dos días antes, el ‘Popeye II’, y varios de los elementos que ellos llevaban esparcidos en un radio de 20 ó 30 metros

El asombro se extiende a los allegados de Ramón y Manolo. Los compañeros del primero en la Escuela de Pesca –de donde era conserje- aseguran que “no le gustaba arriesgarse, era muy prudente, siempre navegaba pegadito a la costa”. Por eso uno de ellos, Miguel Viera apunta que “parecería que la cosa estaba para él, porque lo tenía todo en contra: desde el jueves estaba preguntando los pronósticos del fin de semana y le advertían que iba a estar peligroso; tampoco tenía carnada, andaba buscando a última hora; y además estaba medio constipado”.

Para Antonio Bravo, profesor de la Escuela de Pesca y compañero habitual de Ramón en este tipo de salidas, “es una fatalidad. No se entiende cómo salió, porque ese viernes a última hora me pidió que le mirara cómo estaba el tiempo para el fin de semana y le dije que estaba fatal, que no servía” para salir a pescar. Según Domingo Romero, director de la residencia de la Escuela de Pesca, pudo ocurrir que “como pensaba que (la salida) iba a ser cortita, creía que le iba a dar tiempo a volver. Además, el sábado entre las 3 y las 4 de la tarde, cuando él salió, la mar no estaba tan mala”.

A José Tabares, presidente de la sociedad Casa del Miedo, del Charco de San Ginés, a la que pertenecían ambos, también le “extraña mucho, primero, esta decisión de salir a pescar sabiendo que había mal tiempo; y segundo, que ese barco estuviera fondeado en la Punta de la Lagarta, conociendo que es un sitio muy peligroso”.

“A Ramón lo conozco prácticamente de toda la vida, porque éramos vecinos de la infancia, y quizás es un poquillo liviano y atrevido en lo que se refiere a la pesca, pero es una persona seria y con conocimiento, que sabía lo que estaba haciendo”. Así describe Tabares al hasta ahora conserje de la Escuela de Pesca de Arrecife, mientras que a Manolo lo califica como “casi al contrario que Ramón: una persona muy sensata, muy responsable“.

José Fuentes, otro pescador “de toda la vida” y experto conocedor de la zona, que incluso ya pasó anteriormente por el mal trago de rescatar el cuerpo de una persona ahogada justamente en la ‘Punta de la Lagarta’ cuando mariscaba por el lugar, asegura que fue “una ola” la que dio vuelta al barco, lo hizo encallar y expulsó con fuerza a sus ocupantes contra las rocas. También considera que las víctimas no se vieron sorprendidas por el mal tiempo porque “no eran bobos, eran expertos en todo: en pescar y en nadar”, pero “aquí el mar tiene una fuerza impresionante, he visto piedras de 1.000 kilos volteadas por el mar como si fueran de papel”.

Un profesor de la Escuela de Pesca de Arrecife, Antonio Bravo, y un grupo de alumnos del curso de Patrón Polivalente, de entre 20 y 35 años, fueron los que encontraron el ‘Popeye II’ en el fondo de la Punta de la Lagarta. A partir de los indicios que se habían ido acumulando en las horas anteriores (como la aparición del perro que había embarcado con los dos pescadores), se arriesgaron a pesar de que la mar estaba revuelta y con mucho oleaje.

“Empezamos por detrás del muelle nuevo (de cruceros en Puerto Naos), porque como tiene profundidad, por ahí no lo vieron bien por la noche, chocaron y se fueron para el fondo”, cuenta Bravo. Al continuar la búsqueda hacia el sur, un chico llamado Aridany (un estudiante de 33 años procedente de Las Palmas) se tiró al agua y nadó a lo largo de “200 ó 300 metros” para ver mejor. “Nada más dar vuelta a la Punta de la Lagarta, salió un fuerte olor a gasoil y una mancha pequeña sobre el agua, un hilito de aceite flotando. Ahí llamamos al que estaba nadando y, al venir hacia nosotros, encontró el ancla del barco. Le dije que la subiera para ver si era, porque yo conozco la de Ramón, y era esa, entonces le dije que se metiera por donde estaba el gasoil, buceó por ahí y vio el barco. Bajó otra vez a ver si (los pescadores) estaban dentro o en los alrededores, pero no había nada, así que ya decidimos esperar a que viniera la Guardia civil y organizara el equipo de búsqueda”, relata el profesor, quien agrega que “lo que sí hicimos es balizar la zona para facilitarles el trabajo”.

Chispi, el perro de Ramón Hernández, se convirtió en una pieza clave del operativo de búsqueda de su dueño y de Manolo Gutiérrez. Las cámaras de seguridad de la Escuela de Pesca muestran cómo el animal parte a bordo del ‘Popeye II’ junto a los pescadores cuando salieron de Puerto Naos a las 15:30 horas del sábado; cuando ya se había perdido el rastro de los dos hombres, en la madrugada del sábado al domingo, el perro apareció con vida en la misma Escuela de Pesca, donde vivía junto a Ramón. Esto dio la pista de que Chispi saltó de la embarcación y llegó nadando a tierra, por lo que el accidente debió producirse muy cerca de la costa de Arrecife.

“El perrito aparece entre las 1:30 y las 3:00 de la mañana, cuando el guarda de seguridad le abre. Al parecer estaba algo mojado. Por la mañana le tocamos el pelo y vimos que tenía salitre, entonces supimos con toda seguridad que el perro había estado en el agua y, si llegó aquí, el naufragio tuvo que ser muy cerca”, relata Domingo Romero.

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